Tu abuela está mal, dijo. La frase desactivo mi plan anoche. Y no se equivoque, estimado lector, mi plan no era ver el partido de fútbol entre El Salvador vs Guyana. Tampoco es que "tuviera un plan", sino que estaba siguiendo un plan, que en resumen sería una especie de rutina...
Así, fui a parar a la sala de emergencias de un hopital del seguro social. Y, mientras esperaba, el destino me puso frente a dos televisores que transmitían un partido de fútbol y al lado de varios aficionados (enfermos, acompañantes, trabajadores, enfermeros, doctores, etc...) que se mostraban muy atentos a lo que ocurría.
Era el primer tiempo de El Salvador vs Guyana. El marcador decía 1-1.
Tenían razón, pensé. Ayer manifesté en otro sitio que me parecían curiosos los pronósticos que se hacía para el partido. En la mayoría se le concedía siempre gol a Guyana (2, 1...). No terminaba de reflexionar en ello cuando todo mundo a mi alrededor comenzó a aplaudir y gritar ¡Gol!. Fue hasta ese momento que decidí ponerle un poco de atención al partido.
Anoto que soy salvadoreño y estimo a la selección que nos representa. Las alegrías que pueda generar el equipo nacional son mías también, pero marquemos distancia: no soy un "aficionado" y menos un "fanático". Y apartir de aquí, si quiere, puede anotarse a la lista de quienes me llaman apátrida.
Como anoté, puse atención al partido. Fin del primer tiempo. El Salvador ganaba 2-1.
A mi abuela la pasaron de prioridad verde a prioridad amarilla. También hay un televisor en esa "sección", pero sin sonido. Algo que agradecí, porque la narración deportiva de este país sofoca. Entonces, solo escuchaba los comentarios de quienes me rodeaban y, por supuesto, a mi cerebro.
Entonces, decidí hablar. "Esto va a terminar mal", dije. Y sucedió que muchos voltearon a verme como si lo que hubiera dicho fuera "voy a regalar oro a todos", pero con cara de que "oro" significara mierda...
¿Por qué decís?, preguntó mi abuela. Están jugando mal, respondí. Una señora, que al momento que llegamos solo era quejas de dolor, susurró algo al oído de su acompañante, un señor fornido (bien maiceado, dijo mi abuela), quien volteó a verme con cara de querer poner uno de sus puños en uno de mis ojos, y no suavemente...
Los tenemos del culo, dijo alguien. O sea, los tenemos dominados, donde queremos, a nuestra voluntad... pero, sin gol, pensé. Sin gol.
Alguien que tenga dos centímetros de objetividad habrá notado los fallos del equipo salvadoreño, sin duda. Se habrá dado cuenta que la defensa no sabe cómo poner en fuera de juego al rival, ni hacer los relevos adecuados. Que hay un central flojo y que el arquero es un poco despistado. Habrá notado también que el nivel físico de la selección no mejora... que tocan bien, pero no saben para dónde, o sea, sin criterio. Habrá notado que no existe un depredador de área, un 9. Y que sin eso, el ¿4-5-1? termina mal.
¡No quiere entrar!, grito alguien, refiriéndose al balón. No sé qué partido estaba viendo, pero mi interpretación es otra. Al menos que en los momentos que me levanté a recibir llamadas sucediera otra cosa, no vi tiros al poste, ni una cantidad considerable de intervenciones milagrosas de parte del arquero de Guyana. Yo no vi eso. Vi desorden, como el que se hace en los partidos de fútbol que se juegan en los patios de las escuelas. Vi, por ejemplo, jugadores que llegaban al área y pensaban que los defensas guyaneses era una especie de espejismo y lanzaban el balón a ellos para comprobarlo. Vi jugadores pasando el balón en diagonal hasta el área de corner, pensando quizá que logró sacarse la marca de los defensas que en lugar de seguirlo iban a colocarse al centro donde éste terminaba "reventando" el balón...
Así no, dije. Y otra vez todos viendome como si fuera un judío recitando el shemá en medio de una calle repleta de musulmanes en pleno ramadán. Pero repetí: así no van a hacer nada. Y pasó. Y para colmo, Guyana empató.
Preocupado por la salud de mi abuela, tuve que sumar otra preocupación más: mi seguridad. Varias veces. Y eso que hable poco, como cuando el partido se detuvo unos segundo porque al parecer había un objeto extraño en la cancha y dije "por mi que cierren el estadio". ¿Se imagina? Yo allí, diciendo que cierren el Monumental...
Por cierto, si la idea es que fifa (sí, en minúsculas) no cierre el estadio, ¿por qué las cámaras van directo a enfocar, o sea, a dar pruebas de que sí, hay un objeto extraño allí? ¿Por qué no cortaron y enfocaron a otro lado (chicas con blusas mojadas y escotes, por ejemplo)? ¿Por qué poner en plano una posible prueba? Recuerde, estimado lector que aún sigue leyendo: si no sale en tv no es cierto.
Preguntele a Zidane si no me cree.
En eso llaman a mi abuela y salí de la zona de peligro para acompañarla. El silencio evidenciaba decepción en el ambiente. Cuando el médico me pidió que saliera porque iba a realizar un examen a mi abuela, fui a ver cómo había terminado el asunto. El 2-2 en la esquina del televisor no es tan malo como hubiera sido un 1-0 en contra, pero no es bueno...
Mi abuela quedó internada.
Esta mañana, después de hacer unas llamadas, decidí revisar las noticias del partido. He quedado sorprendido al enterarme que la afición ha pitado al entrenador de la selección y que uno de los titulares dice que paso de "cuate a enemigo". Absurdo.
Un entrenador transmite la idea. Quien la desarrolla es el futbolista. Un entrenador usa tres tipos de jugadores: el que entiende la idea, el que sirve a la idea y aquel a quien conoce y por lo tanto en quien confía. Ningún entrenador de fútbol exitoso ha ganado un partido en la pizarra.
La Nariz (Bilardo) tenía al Pelusa, y no era un buen entrenador. Bielsa es un buen entrenador, y no ganó un mundial. ¿Se nota? Algunos entrenadores solo tienen suerte (a veces ayuda).
Cualquiera que tenga tres centímetros de conocimiento de fútbol habrá notado que el aparente 4-5-1 tenía matices de un 4-3-3 y de un 5-3-1-1. Que en el césped se hizo otra cosa, pues, es un tema diferente, pero no creo que el entrenador se equivocara tanto como sí lo hicieron los jugadores.
Sin embargo, no es culpa de ellos. Es culpa de todos.
Vienen de jugar/entrenar con un técnico que de táctica sabía tanto como yo de farsi, pero a quien la suerte le había regalado buenos resultados, provocando un espejismo que la afición compró y aplaudió. Por eso no podemos culpar a los jugadores. Además, hay jugadores que demostraron no engranar al sistema, nunca se acoplaron, quizá porque vienen de no jugar, jugar poco o jugar de otra forma. Sí, son talentosos, pero ¿y?
El Lobo tuvo talento a disposición en Francia '98 y ya sabemos como terminó la canción.
La derrota solo tiene un culpable. Siempre es así.
No tengo noticias de mi abuela aún. Espero que las que reciba sean buenas. Así también deseo lo mejor para el fútbol salvadoreño, pero si por algo me separo del aficionado en general es porque creo que se debe hacer un borrón y cuenta nueva, desde abajo hasta arriba y a los lados. Salir de competiciones fifa que solo traen decepción al aficionado y dinero a los directivos y televisoras. Replantear la estrategia y luego volver seriemente. Sí, volver. Claro, para volver hay que irse primero.
Quizá sí vea el próximo partido, pero espero que no sea en un hospital y prometo no hablar, por seguridad.
Paz.
2 comentarios:
sabés bien que en toda américa hablar de política o fútbol es para pelea... y que mal nos pese el mismo fútbol es una delas pocas salidas a un ratito de felicidad en nuestras vidas...
así que para la próxima... suerte El Salvador!!
pasaba solo para decirte que me encanta tu avatar jaja... salu2...
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