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septiembre 08, 2012

Y vi a La Selecta en un hospital...


Tu abuela está mal, dijo. La frase desactivo mi plan anoche. Y no se equivoque, estimado lector, mi plan no era ver el partido de fútbol entre El Salvador vs Guyana. Tampoco es que "tuviera un plan", sino que estaba siguiendo un plan, que en resumen sería una especie de rutina...

Así, fui a parar a la sala de emergencias de un hopital del seguro social. Y, mientras esperaba, el destino me puso frente a dos televisores que transmitían un partido de fútbol y al lado de varios aficionados (enfermos, acompañantes, trabajadores, enfermeros, doctores, etc...) que se mostraban muy atentos a lo que ocurría.

Era el primer tiempo de El Salvador vs Guyana. El marcador decía 1-1.

Tenían razón, pensé. Ayer manifesté en otro sitio que me parecían curiosos los pronósticos que se hacía para el partido. En la mayoría se le concedía siempre gol a Guyana (2, 1...). No terminaba de reflexionar en ello cuando todo mundo a mi alrededor comenzó a aplaudir y gritar ¡Gol!. Fue hasta ese momento que decidí ponerle un poco de atención al partido.

Anoto que soy salvadoreño y estimo a la selección que nos representa. Las alegrías que pueda generar el equipo nacional son mías también, pero marquemos distancia: no soy un "aficionado" y menos un "fanático". Y apartir de aquí, si quiere, puede anotarse a la lista de quienes me llaman apátrida.

Como anoté, puse atención al partido. Fin del primer tiempo. El Salvador ganaba 2-1.

A mi abuela la pasaron de prioridad verde a prioridad amarilla. También hay un televisor en esa "sección", pero sin sonido. Algo que agradecí, porque la narración deportiva de este país sofoca. Entonces, solo escuchaba los comentarios de quienes me rodeaban y, por supuesto, a mi cerebro.

Entonces, decidí hablar. "Esto va a terminar mal", dije. Y sucedió que muchos voltearon a verme como si lo que hubiera dicho fuera "voy a regalar oro a todos", pero con cara de que "oro" significara mierda... 

¿Por qué decís?, preguntó mi abuela. Están jugando mal, respondí. Una señora, que al momento que llegamos solo era quejas de dolor, susurró algo al oído de su acompañante, un señor fornido (bien maiceado, dijo mi abuela), quien volteó a verme con cara de querer poner uno de sus puños en uno de mis ojos, y no suavemente...

Los tenemos del culo, dijo alguien. O sea, los tenemos dominados, donde queremos, a nuestra voluntad... pero, sin gol, pensé. Sin gol. 

Alguien que tenga dos centímetros de objetividad habrá notado los fallos del equipo salvadoreño, sin duda. Se habrá dado cuenta que la defensa no sabe cómo poner en fuera de juego al rival, ni hacer los relevos adecuados. Que hay un central flojo y que el arquero es un poco despistado. Habrá notado también que el nivel físico de la selección no mejora... que tocan bien, pero no saben para dónde, o sea, sin criterio. Habrá notado que no existe un depredador de área, un 9. Y que sin eso, el ¿4-5-1? termina mal. 

¡No quiere entrar!, grito alguien, refiriéndose al balón. No sé qué partido estaba viendo, pero mi interpretación es otra. Al menos que en los momentos que me levanté a recibir llamadas sucediera otra cosa, no vi tiros al poste, ni una cantidad considerable de intervenciones milagrosas de parte del arquero de Guyana. Yo no vi eso. Vi desorden, como el que se hace en los partidos de fútbol que se juegan en los patios de las escuelas. Vi, por ejemplo, jugadores que llegaban al área y pensaban que los defensas guyaneses era una especie de espejismo y lanzaban el balón a ellos para comprobarlo. Vi jugadores pasando el balón en diagonal hasta el área de corner, pensando quizá que logró sacarse la marca de los defensas que en lugar de seguirlo iban a colocarse al centro donde éste terminaba "reventando" el balón...

Así no, dije. Y otra vez todos viendome como si fuera un judío recitando el shemá en medio de una calle repleta de musulmanes en pleno ramadán. Pero repetí: así no van a hacer nada. Y pasó. Y para colmo, Guyana empató.

Preocupado por la salud de mi abuela, tuve que sumar otra preocupación más: mi seguridad. Varias veces. Y eso que hable poco, como cuando el partido se detuvo unos segundo porque al parecer había un objeto extraño en la cancha y dije "por mi que cierren el estadio". ¿Se imagina? Yo allí, diciendo que cierren el Monumental... 

Por cierto, si la idea es que fifa (sí, en minúsculas) no cierre el estadio, ¿por qué las cámaras van directo a enfocar, o sea, a dar pruebas de que sí, hay un objeto extraño allí? ¿Por qué no cortaron y enfocaron a otro lado (chicas con blusas mojadas y escotes, por ejemplo)? ¿Por qué poner en plano una posible prueba? Recuerde, estimado lector que aún sigue leyendo: si no sale en tv no es cierto. 

Preguntele a Zidane si no me cree.

En eso llaman a mi abuela y salí de la zona de peligro para acompañarla. El silencio evidenciaba decepción en el ambiente. Cuando el médico me pidió que saliera porque iba a realizar un examen a mi abuela, fui a ver cómo había terminado el asunto. El 2-2 en la esquina del televisor no es tan malo como hubiera sido un 1-0 en contra, pero no es bueno...

Mi abuela quedó internada.

Esta mañana, después de hacer unas llamadas, decidí revisar las noticias del partido. He quedado sorprendido al enterarme que la afición ha pitado al entrenador de la selección y que uno de los titulares dice que paso de "cuate a enemigo". Absurdo.

Un entrenador transmite la idea. Quien la desarrolla es el futbolista. Un entrenador usa tres tipos de jugadores: el que entiende la idea, el que sirve a la idea y aquel a quien conoce y por lo tanto en quien confía. Ningún entrenador de fútbol exitoso ha ganado un partido en la pizarra. 

La Nariz (Bilardo) tenía al Pelusa, y no era un buen entrenador. Bielsa es un buen entrenador, y no ganó un mundial. ¿Se nota? Algunos entrenadores solo tienen suerte (a veces ayuda). 

Cualquiera que tenga tres centímetros de conocimiento de fútbol habrá notado que el aparente 4-5-1 tenía matices de un 4-3-3 y de un 5-3-1-1. Que en el césped se hizo otra cosa, pues, es un tema diferente, pero no creo que el entrenador se equivocara tanto como sí lo hicieron los jugadores.

Sin embargo, no es culpa de ellos. Es culpa de todos.

Vienen de jugar/entrenar con un técnico que de táctica sabía tanto como yo de farsi, pero a quien la suerte le había regalado buenos resultados, provocando un espejismo que la afición compró y aplaudió. Por eso no podemos culpar a los jugadores. Además, hay jugadores que demostraron no engranar al sistema, nunca se acoplaron, quizá porque vienen de no jugar, jugar poco o jugar de otra forma. Sí, son talentosos, pero ¿y? 

El Lobo tuvo talento a disposición en Francia '98 y ya sabemos como terminó la canción.

La derrota solo tiene un culpable. Siempre es así.

No tengo noticias de mi abuela aún. Espero que las que reciba sean buenas. Así también deseo lo mejor para el fútbol salvadoreño, pero si por algo me separo del aficionado en general es porque creo que se debe hacer un borrón y cuenta nueva, desde abajo hasta arriba y a los lados. Salir de competiciones fifa que solo traen decepción al aficionado y dinero a los directivos y televisoras. Replantear la estrategia y luego volver seriemente. Sí, volver. Claro, para volver hay que irse primero.

Quizá sí vea el próximo partido, pero espero que no sea en un hospital y prometo no hablar, por seguridad.

Paz.





septiembre 11, 2009

Apátrida

Este país es una locura, definitivamente. Y todos los que vivimos aquí, para bien o para mal, estamos locos. Claro, cada cual tendrá una opinión muy distinta de si mismo porque, la locura sólo puede contrastarse con la cordura, y viceversa.

"¡Vivos!", decía el título de la portada del único periódico deportivo del país, ¿la razón? El Salvador ganaba in extremis a la selección de Costa Rica la noche del miércoles.

Esa noche, los gritos de mis vecinos me hicieron recordar a mi tío, Roberto, aquel 31 de diciembre de 1991 cuando, después de escuchar por la radio que el fin del conflicto armado había llegado, se puso a saltar como loco. Esa noche fue la primera vez que lo vi saltar de alegría.

Yo estaba viendo a Brasil ganarle 3 por 1 al mal dirigido equipo de Argentina. No fue sino hasta horas más tarde, viendo un canal deportivo que vi en repetición el gol de Rudy Corrales.

El jugador con el dorsal 9, hizo el gol al minuto 90, un 9 de septiembre (noveno mes) del 2009, y todo esto a las ¿9:00 pm?

O sea, el 9 en el 90, hizo un gol el 9 del 9 del 09, y todo ¿a las 9:00?

Le he preguntado a un amigo a qué hora exacta hizo el gol el Sr. Corrales porque, de ser así como lo he descrito, ese gol no es un gol normal, sino una señal del destino.

Eso significa que la selecta clasificará al mundial. Le ganará a México (Aztecazo) y a Honduras. Llegará a la final del mundial, dejando en el camino a Inglaterra, a España, a Holanda y al final a Brazil. Si, señoras y señores, eso significa que la selección de El Salvador será ¡campeona del mundo!

¿Lo ven? ¿Ven lo que les digo?

Ahora que alguien venga y me diga que estoy loco!

¿Será que ahora si soy salvadoreño?


junio 13, 2009

¿Salvadoreño yo?

He perdido mi nacionalidad, al menos, eso es lo que piensa la mayoría de personas con las que convivo e interactúo a diario, pero, lo que más me sorprende es el hecho de que sólo necesite de algunos comentarios para ser considerado "foráneo" entre mis ¿compatriotas?.

Voy por partes.

En los días previos al partido de fútbol entre la "selecta" y el "Tri mexicano", se empezó a gestar una "iniciativa" de recibir al "Tri" con "máscaras tapaboca". Se promovió mediante correos electrónicos, luego, sonó en la radio, apareció en la prensa escrita, y hasta se mencionó en la televisión.

Al ser consultado acerca del asunto dije: "¿Tapabocas? No, eso me parece de mal gusto; hay gente muriendo por esa gripe, eso no es broma".

Y me cayeron todo tipo de comentarios, incluyendo uno que sigo buscando en el diccionario.

Pasado ese suceso, a un comentarista deportivo de ESPN, se le ocurre hacer algunos comentarios —muy duros y críticos— acerca del fútbol salvadoreño, que, como era de esperar, no le sentó nada bien al aficionado salvadoreño. A ésto, agreguenle que un periódico deportivo local inicia, sin sutileza, una campaña mediática "en apoyo" a la "selecta" con portadas de tono "provocativo" en contra del "Tri" y algunos medios de comunicación mexicanos.

Entonces, nuevamente, como cuando los fariseos tentaban a Jesucristo, un personaje me pide reacciones sobre las palabras del comentarista y las portadas del periódico local, y, con la mayor serenidad del mundo, le digo: "Pues nada, el tipo es así, así fusila hasta a su propia selección, además, sólo ha dicho la verdad, la dura y molesta verdad. Sobre las portadas... ese es un periódico dedicado al 'copy-paste' de noticias de otros periodicos en línea. Lo que busca es propaganda gratis, a costa de la 'selecta y el Tri'. Un periódico con 'algo de ingenio' pero sin contenido".

Si alguno de los que leen este post cree tener alguna idea de los comentarios que recibí (digo comentarios por no decir otra cosa) le sugiero que rectifique, pues, no creo que se imaginé ni un porcentaje mínimo.

Desde "Apátrida" hasta una palabra que sigo buscando en el diccionario. ¡Vaya cosas!

Luego, el partido.

Me abstuve de dar resultados, por obvias razones. Sin embargo, mientras lo veía por la televisión, acompañado de lo que se debería conocer como la "ultra azul", manifesté que "de nada serviría ganarle a México si al final no se clasificaba".

Error. ¡Nacionalidad revocada!

Hasta entonces, no me había percatado que llevaba una etiqueta de "advenedizo" entre mis ¿compatriotas?

Entonces, para acabar totalmente con mi nacionalidad, le dedico este comentario a algunos colegas y compañeros, con todo y pronóstico incluido: "Bueno, ya la selección "catracha" se encargará de bajarlos de las nubes con un 2-1".

Y es así, justamente de esa manera, que este servidor ha perdido su nacionalidad ante sus compañeros de trabajo, colegas de profesión, conocidos, algunos amigos y parientes.

¡Sólo falta que me deporten!

Lo extraño del caso es que, la únicas razones aparentes para "desnacionalizarme" están relacionadas con el fútbol, o el "mal llamado" fútbol salvadoreño.

Ninguno me ha dicho que "no soy salvadoreño por no saber de memoria el coro y las tres estrofas del himno nacional", por ejemplo. Nadie me ha dicho que "no soy salvadoreño por no saber quien diseño el escudo nacional o la bandera del país".

El caso es que, después de analizarlo un poco, quizás tengan razón de pensar eso de una persona que piensa que debería cerrarse la liga actual de fútbol y comenzar de cero. Una persona que cree que las finales del torneo local son arregladas por intereses televisivos y de patrocinio. Una persona que no cree que se deban entregar primas económicas a futbolistas antes que a otros deportista que han dejado mejor representado al país. Una persona que cree que la única razón por la que empresas —mayormente cerveceras— siguen patrocinando este deporte es por el consumo que se hace de sus producto en los estadios y por la deducción por donaciones que luego hacen al final del año en la renta. Una persona que cree que las palabras de un comentarista deportivo, por duras que sean, sólo reflejan la forma en que nos ven miles de personas en el mundo por lo que se ha hecho —o deshecho— a través del tiempo. Una persona que no cree en los directivos del fútbol nacional. Una persona que está en contra de la explotación de los jugadores —y sus familias— por parte de los mal llamados "clubs de fútbol" al no pagarles sus salarios. Un persona que no comulga con la malversación de fondo en nombre de "la selecta" ni con comentaristas como Don Eugenio Calderon. Una persona que no entiende cómo es posible que una persona con evidente conflicto de interes, dirija una federación tan corrupta como la "familia soprano". Una persona cuyo equipo favorito no sea ninguno de su país sino uno extranjero.

Un persona así, de seguro, no es salvadoreño.

Ni modo, a esperar la notificación de parte del gobierno, por el momento (nada), voy a andar por aquí de indocumentado hasta que me exilien.


PD: Yo creía en Milovan.