Shame se ha estrenado en el país un año tarde. Es lógico, pero estúpido. Lógico porque no se trata de un blockbuster, pero estúpido porque las razones para ponerla en cartelera son equivocadas.
Si no compro el periódico de hoy, no me entero. Uno debe ver cine en el cine, y esta película es cine, pero yo ya me la receté varias veces en casa donde tengo una copia en dvd. Y es justo allí donde la cosa se torna estúpida. A Shame se le promociona con un anuncio donde la palabra sexo resalta. Shame no es una película erótica. Shame es drama.
En corto, Shame expone a un hombre con una profunda compulsión al sexo que lo impulsa a buscar satisfacción desde la masturbación hasta la búsqueda de sexo casual en bares (incluye gays) o contratar prostitutas. Un hombre con culpa. Vergüenza...
Brandon, el protagonista, es reflejo de esa paradoja de que el sexo es placer. Es un individuo atormentado por sí mismo, pero a la vez por la sociedad y el deber ser. ¿Disfruta realmente todo el placer que consigue? ¿Que hay después? ¿Decide él o su impulso? ¿Controla o es controlado? ¿Es feliz?
No. Shame no es una película erótica. Es una película de sexo, sí, pero una película sobre lo cruel que puede llegar a ser éste.
Y Brandon, solo, caminando como en una cuerda floja, intenta controlarse, sanarse y redimirse. Quizá porque lo desea así o porque a su drama cotidiano se agrega la presencia de su hermana que también tiene sus propias compulsiones.
Porque sí, Shame trata sobre compulsiones.
Como mencioné antes, le he visto muchas veces, quizá como autoterapia o solo porque es una película fascinante.
Michael Fassbender esta soberbio en su actuación. No solo porque aporta humanidad y dramatismo, sino porque también nos convence que, de no saber lo que realmente pasa en su casa, en su mente, pensaríamos que es el tipo que vive su vida plenamente, llenos de placeres y diversión. Pero no.
Carey Mulligan nos da una actuación digna también (en Drive también convense). De alguna forma, su personaje (hermana de Brandon) es como la conciencia del filme o al menos el elemento que fuerza a la reflexión. Quizá porque su personaje es el más vulnerable de todos.
Steve McQueen, director de la película, teje fino. Muy fino. Su trabajo puede considerarse superior en algunos momentos. No se trata de perfección (frase que me recuerda un diálogo que sufrí hace poco) sino de control. Controlar la escena. Controlar el momento. Si bien el guión ayuda, su control hace que el producto no se vaya por otro lado.
Algún crítico escribió que "no se creía capaz de volver a verla", pero no porque se trata de una mala película o de una fake (léase TDKR), sino porque es como sentarse a que te den bofetadas en la cara durante 100 minutos. Algunos pueden poner la otra mejilla, otros no.
No es moralista, ni explicita. Es como aquel grito al aire de Mark Renton que en realidad era un discurso. Es todo lo contrario a lo que se puede pensar de ella tanto para sacar dinero como para ir a buscar un rato erotico.
Shame, o esa paradoja que dice que todo en el sexo es placer.
Todas las estrellas a ella.
2 comentarios:
Híjole, a mí se me hizo de lo más moralina y dramática. Sí las actuaciones aguantan, pero en general el guión es bastante flojo. La idea es que al que le gusta mucho el sexo es porque está malito de algo, no lo quisieron de chiquito y así. O sea.
Una super película que bien puedes encontrar como cine online que de verdad logra provocarte muchas cosas, desde asco, impaciencia, incomodidad, lujuería, compasión entre otras cosas. Realmente muy buen film!
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