diciembre 24, 2014
Janucá vs Navidad
Diciembre. Gran parte del mundo celebra. El mes podría definirse como una fiesta continua. Algunos celebran más que otros, incluso quienes no celebran se ven envueltos en la celebración colectiva. Se intercambian regalos, buenos deseos y alegría. Sin embargo, no todos celebran lo mismo.
Un diálogo reciente me animo a escribir (después de mucho) para considerar dos de las tres celebraciones del mes de diciembre (la otra es la despedida del año).
— ¿Qué es Janucá?
— Es la Fiesta de las luces.
— ¿Qué celebra?
— La victoria del pueblo judío sobre sus invasores griegos y la purificación del templo.
— ¿Cuándo se celebra?
— 25 de kislev.
— ¿Y eso cuando es?
— ...
El diálogo previo pertenece a una conversación real. La última pregunta obtuvo su respuesta. Esa respuesta desencadenó más preguntas, y éstas obtuvieron respuestas que generaron más preguntas. En ese juego hubiera pasado horas y horas tratando de satisfacer la curiosidad o resolver las dudas de quien me cuestionaba, sin tener la mínima intención de convencerle de nada.
Si alguien me pregunta, respondo. Si me preguntan mucho, respondo mucho. Si alguien me pregunta por curiosidad, le respondo como a un curioso. Si me pregunta porque duda, le respondo para que dude aun más e intente resolver por si mismo el asunto. Si las preguntas vienen de un incrédulo, pues, le trato como tal. Sin embargo, cuando me preguntan sin dudas, sin curiosidad, sin incredulidad, y solo lo hacen por molestar (o por tropiezo), mi respuesta será una roca.
No es el caso del diálogo anterior, pues quien dialogaba conmigo preguntaba por curiosidad, pero muchas veces he tenido que sacar rocas a algunos preguntones. Y aclaro: cuando uso roca para definir mi respuesta no lo hago porque sea una mala respuesta sino porque esa roca tiene por objetivo abrir la mente de golpe. No convencerlo, solo abrir su mente.
Hay mentiras que convencen.
Por eso nunca busco convencer a nadie de nada.
"Si no eres judío, ¿por qué celebras Janucá?" Una verdad: no soy judío. Un error: no celebro Janucá. Quien preguntó no lo hizo por curiosidad. Dudas tiene, y muchas, pero no buscaba que yo le ayudase a resolverlas. No lo hizo por incredulidad. Pero, como todos, obtuvo su respuesta.
Roca.
Alguien puede cumplir años sin celebrarlo. Alguien puede celebrar por celebrar, sin tener nada que celebrar realmente. Alguien puede estar en medio de una celebración no porque tenga que celebrar sino porque está obligado a estar presente. Alguien puede desear celebrar sin poder hacerlo. Una celebración puede tomar muchas connotaciones. Una celebración puede ser nada en sí.
La Navidad, como ejemplo.
¿Qué celebra la navidad? El nacimiento de Jesucristo, dirán. Si es así, ¿por qué no lo celebran en la fecha correcta? Porque no se sabe con certeza, responderán. Sin embargo, eso no es cierto.
Jesús no nació en diciembre, y sí es posible* saber en qué fecha nació. ¿Por qué insistir en celebrar el 25 de diciembre? Quizá porque realmente no se celebra tal cosa.
Roma celebraba cada 25 de diciembre el nacimiento del SOL INVICTUS, un culto pagano que venía de Egipto rindiendo adoración a Atón, que era el sol. Un culto monoteísta, por cierto. ¿Por qué elegir esa fecha? ¿Para borrar la memoria de la otra? No, para disfrazar la ceremonia, nada más. Algo que no le resultó incómodo a Constantino, ni parece resultarle incómodo a muchos cristianos.
¿Y Santa Claus?
Aunque se ha querido dar un origen noble al personaje, la verdad es que su nacimiento y popularidad se debe a factores comerciales que explotan el mejor mercado existente: la mente de los niños.
En la película Milagro en la Calle 34 se resuelve el asunto sin más explicación: ¿Qué es mejor: una mentira feliz o una verdad triste? ¡Todo sea por lo niños!
Coca Cola tiene mucha culpa del Santa Claus moderno. Mi abuela, por ejemplo, nunca mencionaba a Santa Claus para navidad. Ella hablaba de pastorelas y nacimientos. Hablaba del "nacimiento del Señor". Claro, ella nació en una época sin televisión ni cines e ignoraba muchas cosas respecto al Jesús que decía celebrar.
El gordito del traje rojo puede ser muy simpático, pero Forrest Gump lo es también y es un ser ficticio. No se diga más.
¿Y el árbol?
El hermoso árbol lleno de luces que se ve por doquier en diciembre, ¿de qué va? Jesús no nació en un árbol. Quienes le llevaron presentes, no los pusieron bajo un árbol. Ningún árbol en ningún momento de la historia dio regalos a nadie. No, David, los regalos se ponen bajo el árbol... Ah, ¿como ofreciéndoselos? ¿Así como le llevaron los regalos a Jesús?... El árbol es Jesús entonces, ¡No! ¡Eso no!
Por favor...
Si la cosa es cristiana pura, no debería haber un árbol junto a un nacimiento. La ley prohibía a los judíos plantar árboles junto al altar de Dios (aquí se usa con mayúsculas). ¿Por qué? Porque bajo árboles se rendía culto a un dios pagano llamado Asera y sus sacerdotisas ponían presentes que luego intercambiaban entre quienes llegaban a adorar. En otras variaciones, había orgías bajo ese árbol. Además, cualquiera que tenga conocimientos mínimos en wicca o cultos celtas sabrá que se realizan ofrendas bajo árboles consagrados.
¡Cuánto cristianismo!
La Navidad, bajo esas consideraciones, queda bastante mal parada. Claro, no todos celebran Navidad por el nacimiento de nadie, pues conozco ateos, seculares y hasta luciferinos que celebran Navidad.
Quizá en celebraciones los judíos sí atinan.
La rebelión judía sí triunfó sobre los griegos. Judas Macabeo les dio por donde les dolía a los seléucidas. Está multiplemente documentado. Así, recuperaron su templo, no porque lo hayan robado o movido de lugar, sino porque les prohibieron usarlo para lo que fue hecho y en lugar de eso se uso para cultos ajenos a la fe judía. O sea, ¡Janucá si tiene base real para celebración!
Si las lámparas duraron encendidad ocho días cuando solo había aceite para un día puede ser discutido, como todo, pero la celebración es más pura que Navidad. Jesús, a quien dicen celebrarle su nacimiento mañana, celebró Janucá.
Era judío. Era rabí fariseo, de la escuela Hilel, pues citaba sus enseñanzas (Lo que no quieres que te hagan a ti, no lo hagas a tu prójimo), por lo tanto, conocía la tradición de las velas. ¡Conocía la fiesta de la dedicación del templo!
Si éste, molesto, liberó el templo de quienes comerciaban en él, ¿no se gozaría de la celebración de Janucá que purificó el templo del paganismo? Además, Jesús subía a Jerusalén solo cuando había celebraciones, luego volvía a las regiones de Galilea, y ¡sorpresa! hay una cita bíblica que dice que Jesús andaba en el templo durante Janucá. En el templo. En Janucá.
¡Pero no dice que lo celebró, David!
Ah, entonces, volvemos al asunto ese de qué es una celebración.
En mi país, cada 15 de septiembre se celebra la Independencia. Yo no celebro, pero me gozo el asueto de la celebración. Cada día de mi cumpleaños, mi administradora de pensiones me manda una bonita tarjeta de cumpleaños, pero no celebra mi cumpleaños. Me recuerda y, de alguna forma, me felicita uniéndose así a "mi celebración". No parten un pastel en las agencias para "celebrar" mi cumpleaños, pero me hacen un gesto.
No es difícil el asunto.
Celebrar por convivir. Celebrar por celebrar. Celebrar por engaño. Celebrar sin celebrar. Todos tendrán una razón para celebrar. Algunos celebran estar vivos, algo que en este país es un milagro constante. Otros, sin celebrar, se unen a la celebración de los demás.
Si me dan a elegir, Janucá tiene mi voto; pero no soy judío, por ello me limito a saludar al pueblo judío en su celebración, fraternizando con ellos y celebrando que celebren.
Hoy, es víspera de Navidad. No sé cuál Navidad, si la de Atón, Nimrod, Santa Claus, Jesús o el arbolito. Usted, quien me lee, escogerá. Quizá su Navidad solo sea cenar en familia, sin importarle un pito todas las consideraciones anteriores. Y es válido. Yo he deseado una feliz navidad en algún momento, aun sabiendo muchas cosas. En mi casa se han puesto nacimientos y arbolitos, quizá más por convivir que por convicción. Habrá una historia detrás de cada hecho, sea como excusa o no. ¡Mea culpa!
Hoy nada hay de eso.
Si su curiosidad fue satisfecha, me alegro; si fue tentada a más, pues investigue o pregunte. Si sus dudas se aclararon, bien, y si no, lea más y encontrará. Si usted es un incrédulo, pues, no crea en nada, ¡nada!
Ahora, si usted sintió que una roca le rompió la cabeza, pues, ¡de nada!
Paz.
* Basado en la misma información bíblica que conocen todas las tradiciones, usando además el calendario hebreo y las tradiciones en vigencia al momento del nacimiento de Jesús, se puede establecer que Jesús nació en el mes de Tishri, y que no nació en un establo.
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1 comentario:
muy interesante, los datos son muy buenos... pero para saber que los católicos somos un desastre es necesario mucho menos que ésto jaja...
y la biblia sabemos que no es de fiar en nada, así que que importa la fecha no? es decir, si fuera otra sería tan falsa como ésta... digo, de puro peleador nada mas...
igualmente felices fiestas para vos y me alegro que hayas vuelto a escribir....
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