Soy de esas pocas miles de personas que vieron Los diez mandamientos (1956), Ben Hur (1959) y Rey de Reyes (1961) en pantalla grande. No en estreno, pero en el cine. Justo una semana santa.
En esos días, las salas de cine eran administradas por el gobierno. Tiempos de guerra, por cierto. Y la cartelera de semana santa ofrecía los clásicos mencionados arriba y otros como Quo Vadis (1951), El manto sagrado (1953), Barrabás (1962) y La Biblia (1966). Yo era un niño.
Sí, yo vi abrirse el mar rojo y caer sobre los egipcios.
Vi como Judá Ben-Hur, y sus cuatro caballos blancos: Aldebarán, Antares, Rigel y Altair, le ganaban el duelo a Mesala.
Y recibí el sermón del monte en tecnicolor, gracias a MGM.
Las imágenes proyectadas en la pantalla se manifestaban de forma colosal. Era como estar alli. Uno salía de la oscuridad de la sala pensando que había viajado en el tiempo. Ni el largometraje se sentía.
Hoy no pasa así. Hay que verlas en TV o en DVD, pero muchos pasan de ellas para ver versiones más actualizadas o "más certeras" de los hechos que narran. Hoy hay muchas producciones para la televisión o para DVD, pero ninguna alcanza la calidad cinematográfica suficiente, salvo Jesús de Nazareth (1977), de Franco Zeffirelli.
La última película que puede codearse con éstas es La pasión de Cristo (2004), de Mel Gibson. El principe de Egipto (1998) tendría una especie de mención aparte, como un bonus en la lista. Una lista estrictamente cinematográfica.
Cine es cine. Y el cine ni es certero ni es objetivo. Por eso, discutir cuál de las películas trata el tema con más certera es de necios. Unas se acercarán más, otras menos; pero eso depende de quién juzgue.
Si cada cabeza es un mundo, imagine el universo.
Hace poco tuve un diálogo con alguien interesado en el tema:
—¿Qué tienen que ver Los diez mandamientos (película) con la semana santa?, preguntó.
— Pésaj, respondí.
— ¿Pésaj?
— Sí, la pascua judía.
— ¿cómo?
— Jesús murío durante pésaj. El pésaj conmemora de la salida de los israelitas de Egipto.
Y con ese pie terminé por explicarle hasta lo inexplicable:
Que el Mar Rojo no existe, pues es una mala traducción del Mar de Juncos, como le llaman los judíos; que la semana santa nunca cae en la misma fecha pues se basa en el calendario judío; que curiosamente a los ateos no les molesta gozar de vacaciones que conmemoran la muerte de Jesús que, por cierto, no murió un viernes; que, paradógicamente, la principal misa negra (satanismo) se realiza un viernes santo; que tal como en la película de Mel Gibson, Jesús hablaba arameo y probablemente celebró el pésaj esenio... y así, muchos etcéteras más. Muchos.
Ahora, si de películas hablamos...
Curiosamente, las tres películas que menciono al principio no son las primeras adaptaciones a la gran pantalla. Ben Hur tuvo dos versiones anteriores (1907, 1925), Rey de Reyes tuvo una versión anterior (1927) y Los diez mandamientos tuvo una versión anterior (1923), a cargo del mismo director: Cecil B. DeMille. Todas en cine mudo.
El objetivo siempre fue el mismo: hacer mucho dinero con ellas. Y así fue.
Prefiero éstas (y Barrabás, que no vi en el cine) a cualquier otra otra adaptación al cine no por criterios de certeza, sino por criterios cinematográficos. No hay ninguna otra producción que aborde el tema (recuerde: pésaj, crucifixión...) con la fuerza cinematográfica de las mencionadas.
Hago una separación con cinco producciones: Quo vadis?, de LeRoy; La pasión, de Gibson; Jesús de Nazareth, de Zeffirelli, El principe de Egipto y Jesucristo Superestrella.
La primera, por no estar dentro del contexto pésaj-crucifixión, aunque aborda el critianismo primitivo e inmediato a los acontecimientos señalados. Sin embargo, es una exquisita obra cinematográfica.
La segunda, por no ser una súper producción como las primeras, pero se trata de una demostración de dirección poderosa, además de ser una apuesta vanguardista y arriesgada de producción. Filmar en arameo, latin (debió ser koiné —griego—) y hebreo supone una difictultad técnica (sonido, edición de sonido, grabación, doblaje, etc...) que debe resolverse con mucho criterio. Además, la edición de un material que cuenta a penas unas horas de la historia no es tarea fácil y el equipo de Gibson lo resolvió muy bien. Gran parte de la película fue filmada de noche y a media luz, y se ve muy bien.
La tercera, por ser una producción para la televisión pero que usa la técnica cinematográfica. La fotografía y ambientación son excelentes. La amplitud de contenido reflejado en el guión es exquisita. Además, posee un elenco de lujo que nutrió de buenas actuaciones a la producción. Hay un manejo en la dirección de actores muy bueno. La dirección de las miradas es espectacular. Algo que hoy en día se descuida mucho. Robert Powell aún no ha sido superado en interpretación de Jesús.
El principe de Egipto me parece un buen trabajo visual. Y, un producto que puede verse con niños sin que se duerman o asusten. No es muy profunda en contenido, pero hay escenas magníficas que no tienen comparación.
La última, Jesucristo superestrella, si bien toca el tema, se aparta totalmente del enfoque religioso y plantea más bien un ensayo audiovisual de la pasión de Jesús con tintes desmitificadores. Controvertida, profana, vaga... o ingeniosa. No apta para desinformados. No es cine en sí, pero se manifiesta a través de él. Su fuerte y atractivo: la música. Una banda sonora enriquesida por riff de guitarras distorcionadas y voces en tonos agudos. Rock.
Que el Mar Rojo no existe, pues es una mala traducción del Mar de Juncos, como le llaman los judíos; que la semana santa nunca cae en la misma fecha pues se basa en el calendario judío; que curiosamente a los ateos no les molesta gozar de vacaciones que conmemoran la muerte de Jesús que, por cierto, no murió un viernes; que, paradógicamente, la principal misa negra (satanismo) se realiza un viernes santo; que tal como en la película de Mel Gibson, Jesús hablaba arameo y probablemente celebró el pésaj esenio... y así, muchos etcéteras más. Muchos.
Ahora, si de películas hablamos...
Curiosamente, las tres películas que menciono al principio no son las primeras adaptaciones a la gran pantalla. Ben Hur tuvo dos versiones anteriores (1907, 1925), Rey de Reyes tuvo una versión anterior (1927) y Los diez mandamientos tuvo una versión anterior (1923), a cargo del mismo director: Cecil B. DeMille. Todas en cine mudo.
El objetivo siempre fue el mismo: hacer mucho dinero con ellas. Y así fue.
Prefiero éstas (y Barrabás, que no vi en el cine) a cualquier otra otra adaptación al cine no por criterios de certeza, sino por criterios cinematográficos. No hay ninguna otra producción que aborde el tema (recuerde: pésaj, crucifixión...) con la fuerza cinematográfica de las mencionadas.
Hago una separación con cinco producciones: Quo vadis?, de LeRoy; La pasión, de Gibson; Jesús de Nazareth, de Zeffirelli, El principe de Egipto y Jesucristo Superestrella.
La primera, por no estar dentro del contexto pésaj-crucifixión, aunque aborda el critianismo primitivo e inmediato a los acontecimientos señalados. Sin embargo, es una exquisita obra cinematográfica.
La segunda, por no ser una súper producción como las primeras, pero se trata de una demostración de dirección poderosa, además de ser una apuesta vanguardista y arriesgada de producción. Filmar en arameo, latin (debió ser koiné —griego—) y hebreo supone una difictultad técnica (sonido, edición de sonido, grabación, doblaje, etc...) que debe resolverse con mucho criterio. Además, la edición de un material que cuenta a penas unas horas de la historia no es tarea fácil y el equipo de Gibson lo resolvió muy bien. Gran parte de la película fue filmada de noche y a media luz, y se ve muy bien.
La tercera, por ser una producción para la televisión pero que usa la técnica cinematográfica. La fotografía y ambientación son excelentes. La amplitud de contenido reflejado en el guión es exquisita. Además, posee un elenco de lujo que nutrió de buenas actuaciones a la producción. Hay un manejo en la dirección de actores muy bueno. La dirección de las miradas es espectacular. Algo que hoy en día se descuida mucho. Robert Powell aún no ha sido superado en interpretación de Jesús.
El principe de Egipto me parece un buen trabajo visual. Y, un producto que puede verse con niños sin que se duerman o asusten. No es muy profunda en contenido, pero hay escenas magníficas que no tienen comparación.
La última, Jesucristo superestrella, si bien toca el tema, se aparta totalmente del enfoque religioso y plantea más bien un ensayo audiovisual de la pasión de Jesús con tintes desmitificadores. Controvertida, profana, vaga... o ingeniosa. No apta para desinformados. No es cine en sí, pero se manifiesta a través de él. Su fuerte y atractivo: la música. Una banda sonora enriquesida por riff de guitarras distorcionadas y voces en tonos agudos. Rock.
Ahora hay muchas películas sobre la semana santa, o semana mayor, y todos tendremos nuestra opinión respecto a cada una de ellas. Buenas o malas, según se crea, todas están alli describiendo una historia, un evento singular.
No hay nadie más famoso que Jesús, ni lo habrá.
Pienso que dedicar una función, en una sala de cine, a cualquiera de los clásicos mencionados, sería un suceso comercial. Algo retro en medio de tanta función en 3D sería algo muy bueno, además, solo es una vez al año. Con la publicidad adecuada, no sería una mala idea.
Al menos a mi me queda el recuerdo de haberlas visto en el cine, donde se deben ver las películas.
Paz.
No hay nadie más famoso que Jesús, ni lo habrá.
Pienso que dedicar una función, en una sala de cine, a cualquiera de los clásicos mencionados, sería un suceso comercial. Algo retro en medio de tanta función en 3D sería algo muy bueno, además, solo es una vez al año. Con la publicidad adecuada, no sería una mala idea.
Al menos a mi me queda el recuerdo de haberlas visto en el cine, donde se deben ver las películas.
Paz.
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