Lo sucedido ayer es digno de una crónica aparte, una reseña histórica con matices épicos, o sea, digno de las mejores noches del fútbol europeo.
Yo, en lo personal, tengo dos nombres en mente: Andrés Iniesta y Víctor Valdés. Ambos, con las salvedades del caso, demostraron poseer algo muy parecido al "espíritu de Juanito".
Todos sabemos de lo que es capaz el Barcelona, sino pregúntenle a los once jugadores que jugaron contra ellos el 2 de mayo en el Santiago Bernabeu, pero, como se lo hice ver a Xavi Hernández en un post anterior, no basta con tener un fútbol espectacular (sino Holanda tuviera ya varios mundiales ganados) sino que algunas cosas sólo se logran con el corazón.
Víctor Valdés, el eterno mediocre, se parece mucho al Real Madrid que ganó la Copa de Europa del año 2000. Nadie daba ni cinco centavos por ese equipo que acabó en sexto lugar en su liga local, al igual que nadie da un centavo por Víctor Valdés, pero, después de esta eliminatoria, un tal Didier Drogba, se acordará de este muchacho por mucho tiempo porque fue él quien les quitó el grito de gol a todos los blues allá en el Camp Nou, y fue él quien quitó goles cantados del boltín de Drogba en este último partido en Londres. ¡Nadie sabe cómo pasó!, pero pasó.
Yo creo que este muchacho conoce bien sus limitantes. Sabe bien que no es un portero de categoría, sabe que toda la prensa deportiva cuestiona su permanencia en un club como el que defiende, sabe perfectamente bien que el Trofeo Zamora que tiene en su pálmares se lo debe más a la defensa del equipo que a sus virtudes, pero, a pesar de todos eso, tiene fe y corazón, y eso, eso, no se compra ni se compara con nada ni nadie. ¡Qué más da que lleve los ojos cerrados cuando encara a un delantero, si lleva todo su corazón en lo que está haciendo!, tal y como hizo contra el Chealse.
Andrés es diferente. Le dije hace tiempo a un amigo que de llevarme alguien del Barcelona al Real Madrid sería a Andrés Iniesta. Cualquiera quisiera tener a Cristiano Ronaldo o a Kaká, o al mismo Leonel Messi jugando en su equipo pero, sin ánimos de ser ofensivo, a ello no les veo el espíritu que tiene este muchacho.
Ayer demostró que está hecho de algo más que excelente técnica y buen fútbol. Casi parecía que estaba jugando para el Real Madrid, con el perdón de los culés, pero ¡así parecía!
Con la eliminatoria en contra, con un hombre menos, sin la llave para abrir el cerrojo, con la afición de los blues coreando y celebrando, con la risa diplomática de Hiddik, la desesperación de Xavi y Messi por no hacer 'click' en el medio campo como ellos deseaban, con la presión de volver a casa sin esperanza de triplete, con la cara afligida de Pep, jugando ya parte del tiempo de complemento, y entonces, evocando al espíritu que, con el perdón nuevamente de los culés, sólo se le ha visto a los que han vestido de blanco en algún momento, este chico ve venir un balón a sus pies y sólo piensa en pegarle con toda su alma, no le pego con toda su técnica, no le pego con todo su talento, no le pego con toda la virtud del mundo, ¡no!, ¡le pegó con toda su alma! y eso, justamente eso, lo tiene ahora donde sólo los grandes llegan.
Pónganle el alma a un balón y les aseguro que nada en este mundo va a detener ese disparo, sino pregúntenle a Di Stefano, a Cruyff, a Beckenbauer, a Maradona, a Zidane, a Rivaldo, a Raúl y al mismo Messi, cuando él sólo le saco un empate al Real Madrid en el Camp Nou, hace dos temporadas.
Jugar con algo más que fútbol, es lo que sólo los blancos tienen como filosofía pero, al parecer, esta nueva generación de culés tienen algo de eso también.
La Flor cuenta también, esa Flor de Cruyff para ganar tres ligas consecutivas a costa de otros equipos, esa Flor de Capello para ganar una liga totalmente in extremis, esa Flor de Raúl para meter goles como el que le hizo al Bayer Leverkusen en la final de la Liga de Campeones del 2002, esa precisamente, es la Flor que les ha acompañado esta vez, pero, también el corazón, el sacrificio y el alma.
No soy culé, soy madridista. Eso, se lo debo a La Quinta del Buitre, un equipo sin cracks, un equipo con un fútbol modesto, con técnicas limitadas, pero un equipo con espíritu, con corazón de lucha, un equipo que le ponía el alma a cada balón que tocaba, un equipo que gano cinco ligas españolas seguidas debido a eso.
Esta vez, algo del espíritu de Juanito, aunque parezca un sacrilegio, se posos sobre Víctor y Andrés, y tiene al Barcelona a un tiro de lograr su tercera Copa de Europa.
Enhorabuena para todos mis amigos culés.
Yo, en lo personal, tengo dos nombres en mente: Andrés Iniesta y Víctor Valdés. Ambos, con las salvedades del caso, demostraron poseer algo muy parecido al "espíritu de Juanito".
Todos sabemos de lo que es capaz el Barcelona, sino pregúntenle a los once jugadores que jugaron contra ellos el 2 de mayo en el Santiago Bernabeu, pero, como se lo hice ver a Xavi Hernández en un post anterior, no basta con tener un fútbol espectacular (sino Holanda tuviera ya varios mundiales ganados) sino que algunas cosas sólo se logran con el corazón.
Víctor Valdés, el eterno mediocre, se parece mucho al Real Madrid que ganó la Copa de Europa del año 2000. Nadie daba ni cinco centavos por ese equipo que acabó en sexto lugar en su liga local, al igual que nadie da un centavo por Víctor Valdés, pero, después de esta eliminatoria, un tal Didier Drogba, se acordará de este muchacho por mucho tiempo porque fue él quien les quitó el grito de gol a todos los blues allá en el Camp Nou, y fue él quien quitó goles cantados del boltín de Drogba en este último partido en Londres. ¡Nadie sabe cómo pasó!, pero pasó.
Yo creo que este muchacho conoce bien sus limitantes. Sabe bien que no es un portero de categoría, sabe que toda la prensa deportiva cuestiona su permanencia en un club como el que defiende, sabe perfectamente bien que el Trofeo Zamora que tiene en su pálmares se lo debe más a la defensa del equipo que a sus virtudes, pero, a pesar de todos eso, tiene fe y corazón, y eso, eso, no se compra ni se compara con nada ni nadie. ¡Qué más da que lleve los ojos cerrados cuando encara a un delantero, si lleva todo su corazón en lo que está haciendo!, tal y como hizo contra el Chealse.
Andrés es diferente. Le dije hace tiempo a un amigo que de llevarme alguien del Barcelona al Real Madrid sería a Andrés Iniesta. Cualquiera quisiera tener a Cristiano Ronaldo o a Kaká, o al mismo Leonel Messi jugando en su equipo pero, sin ánimos de ser ofensivo, a ello no les veo el espíritu que tiene este muchacho.
Ayer demostró que está hecho de algo más que excelente técnica y buen fútbol. Casi parecía que estaba jugando para el Real Madrid, con el perdón de los culés, pero ¡así parecía!
Con la eliminatoria en contra, con un hombre menos, sin la llave para abrir el cerrojo, con la afición de los blues coreando y celebrando, con la risa diplomática de Hiddik, la desesperación de Xavi y Messi por no hacer 'click' en el medio campo como ellos deseaban, con la presión de volver a casa sin esperanza de triplete, con la cara afligida de Pep, jugando ya parte del tiempo de complemento, y entonces, evocando al espíritu que, con el perdón nuevamente de los culés, sólo se le ha visto a los que han vestido de blanco en algún momento, este chico ve venir un balón a sus pies y sólo piensa en pegarle con toda su alma, no le pego con toda su técnica, no le pego con todo su talento, no le pego con toda la virtud del mundo, ¡no!, ¡le pegó con toda su alma! y eso, justamente eso, lo tiene ahora donde sólo los grandes llegan.
Pónganle el alma a un balón y les aseguro que nada en este mundo va a detener ese disparo, sino pregúntenle a Di Stefano, a Cruyff, a Beckenbauer, a Maradona, a Zidane, a Rivaldo, a Raúl y al mismo Messi, cuando él sólo le saco un empate al Real Madrid en el Camp Nou, hace dos temporadas.
Jugar con algo más que fútbol, es lo que sólo los blancos tienen como filosofía pero, al parecer, esta nueva generación de culés tienen algo de eso también.
La Flor cuenta también, esa Flor de Cruyff para ganar tres ligas consecutivas a costa de otros equipos, esa Flor de Capello para ganar una liga totalmente in extremis, esa Flor de Raúl para meter goles como el que le hizo al Bayer Leverkusen en la final de la Liga de Campeones del 2002, esa precisamente, es la Flor que les ha acompañado esta vez, pero, también el corazón, el sacrificio y el alma.
No soy culé, soy madridista. Eso, se lo debo a La Quinta del Buitre, un equipo sin cracks, un equipo con un fútbol modesto, con técnicas limitadas, pero un equipo con espíritu, con corazón de lucha, un equipo que le ponía el alma a cada balón que tocaba, un equipo que gano cinco ligas españolas seguidas debido a eso.
Esta vez, algo del espíritu de Juanito, aunque parezca un sacrilegio, se posos sobre Víctor y Andrés, y tiene al Barcelona a un tiro de lograr su tercera Copa de Europa.
Enhorabuena para todos mis amigos culés.
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