abril 28, 2015

Dodes ka-den, el casi adiós de Akira Kurosawa


1998. En lugar de ir a mi clase de filosofía, acudo a la proyección del Cine Club Universitario. El título es El camino de la vida, pero eso no me importa. Para mi, lo importante es el nombre del director bajo ese título: Akira Kurosawa.

Mi interés por Akira surge al saber que Ingmar Bergman y Federico Fellini son sus fans. Además, George Lucas afirma sin pena que La fortaleza escondida, película de Akira, inspiró Star Wars.

Así, mi cita con Dodes ka-den (título original), era inevitable. 


Fue la primer película que vi de Akira. Curiosamente, fue su primer película a color. También pudo ser su última película. Por lo que, para mi, ésta es una de las películas más personales e importantes de su carrera.

1970. Dodes ka-den se estrena en Japón. Nadie la entiende. Fracasa en taquilla. Sucede lo inimaginable. Akira se deprime y un año después intenta suicidarse. Tenía 70 años.

Un hombre que se suicida siempre tiene una razón que llevarse a la tumba, así que no trates de descubrirla.

(Akira Kurosawa a su sobrino).

1933. Heigo Kurosawa, hermano mayor de Akira, y su mayor influencia personal, se suicida.

Cinematograficamente, Dodes ka-den no alcanza el nivel estético/técnico de sus otras películas. Su historia, contada sin prisas y con un montaje paciente, puede no ser muy atractiva como un todo. Sus personajes, o actuaciones, parecen perderse en ese esfuerzo coral que exige el guión. Su metáfora entonces pasa desapercibida. Pero está. Está.

Dodes ka-den sugiere ser, como expresión, la onomatopeya del sonido de una locomotora. La película inicia con esa frase repetida varias veces por uno de sus personajes: un joven de aparente retraso mental que siempre sonríe, mientras repite Dodes ka-den, sonido de su locomotora imaginaria.


La película trata sobre una pequeña comunidad acentada cerca de un botadero de basura. Un grupo de personas pobres con una historia que contar, sin contarla. Una fracción de la sociedad que es ignorada por el colectivo general. Los olvidados a propósito. Akira, pues, toma la palabra por ellos y, con su cámara, nos expone la miseria y tragedia de estos seres marginales. 

La película, pues, es una denuncia.

Quizá por eso no gustó. A nadie le gusta que le restriegen la miseria en la cara. Akira, quien había acostumbrado al público a grandes historias, con esta película les bajó a la tierra, a la realidad, a una realidad que es preferible ni nombrar.

Dodes ka-des es un cuento de varias historias relatadas como una gran metáfora de la vida. Una galería de cuadros con realidades de un barrio bajo de Japón, pero que puede ser cualquier parte del mundo.






Una madre, con un hijo con retraso, que reza a diario para que sane. Dos mujeres que comparten a sus esposos, dos borrachos sin cura. Un hombre que cría a sus hijos, a pesar de no tener la certeza total si son de él. Dos mendigos, sin hogar, que sueñan todos los días con una casa. Una joven que trabaja de sol a sol, y sufre abuso... un hombre que es feliz viviendo con una mujer amargada.

Cada historia tiene una escena como discurso. Algunas, desgarradoras. Otras, inspiradoras. A mi me fue imposible evitar la catarsis.

En cierta ocasión, Akira, intentando explicar la magia del cine como arte, concluyó diciendo que rara vez una película completa logra hacer catarsis en el espectador, algo muy distinto a una sola escena que nunca se olvida. Algo que para él, un director de oficio, le resultaba curioso, mágico e inexplicable. Así, el cine son escenas, momentos...

Dodes ka-de es momentos. Escenas. Algunas de ellas superiores e inolvidables.

Por ello pienso que es la película más íntima de Akira, incluso por encima de Sueños (1990), basada en sus propias imágenes oníricas. Es Akira tomando un mensaje personalmente y publicándolo a costa de todo. Akira manifestado justo esa idea del momento cinematografico, la escena, para dar un mensaje. Por eso, al sentir la incomprensión a su película, se sumergió en una depresión tan grande, pues se sintió incomprendido. Solo cuando nos atacan en algo personal e intimo nos hieren.

Esta película pudo ser la última de Akira, maestro de grande directores.


Sin embargo, no fue su última película. Sería la primera en color, y después de ella, como el fénix, Akira resurgió de sus cenizas. Como caso curioso (casi único) de la historia del cine, Kurosawa filma en su vejez, Ran (1985), una de sus mejores películas, además de Dersu Uzala (1975), Kagemusha (1980) y Sueños (1990). Todas de gran aclamación.

1998. Akira Kurosawa muere. Tenía 88 años.

Siempre he pensado que Dodes ka-den es como un parte aguas. Hay un antes y un después de esa película. Por eso mi valoración.

Conocí de Akira por la admiración de otros. Conocí su cine a partir de Dodes ka-den, justo en el año de su muerte. Su cine influenció a tantos cineastas, pero, a pesar de eso, nunca perdió la humildad de decir que admiraba a otro grande (o el más grande): John Ford.

Un diálogo entres ellos evidencia la mutua admiración:

John Ford, al conocer a Akira, le dice "Vaya, le gusta a usted mucho la lluvia", haciendo referencia a la presencia constante en sus películas de tal fenómeno climático. Akira sorprendido responde "Vaya, ha visto usted muchas de mis películas".

Genios.

No mueran sin ver Dodes ka-den.

Paz.

1 comentario:

JLO dijo...

tengo Ran en dvd y nunca la vì, creo que ni le saqué el envoltorio! ja.... pero la compré por su leyenda....

recuerdo haber visto Sueños pero no entera, solo una parte, así que me debo a este -según muchos- maravilloso director...

que bueno que vos volviste también...