Encajar. No siempre se elige donde encajar. La filosofía actual parece enseñar que son las preferencias las que hacen encajar a los individuos en ciertos grupos. Nada debe detenerte en la idea de encajar en tal o cual lugar, o con tal o cual círculo porque encajar es una cuestión de actitud. No hay que hacerle mala cara a nada ni a nadie y solo tienes que ser positivo, poner todo de ti mismo para ser lo que quieres ser en la vida. Elige lo que te gusta y encajaras en donde sea.
Suena bien. Por mi que se publique por doquier y que sea la consigna de la Nueva Era. Tú decides dónde y cómo ser, nadie puede decirte que no encajas en tal o cual lugar. Lo contrario a eso podría ganarse una de esas etiquetas muy de moda en el colectivo, una reprimenda colosal de las múltiples organizaciones pro-lo-que-sea o hasta una mala nota en un programa televisado. Nadie debe meterse con tus sueños. Nadie debe menospreciar tus preferencias y menos obligarte a abandonarlas. Nadie.
Mutar. La misma naturaleza nos muestra que es preciso cambiar para encajar en ambientes diferentes, adversos o accidentales. Si sobrevivir es la meta, mutar es el camino. Hay que intentar ser, o parecer, a toda costa. Mimetizar, pues. Marca el objetivo, traza un plan, establecer la estrategia y logra lo que quieres. Luego te tomas las fotos de rigor; publicas en tus redes el resultado para ver las reacciones. Te ganarás algunos likes o favs. Con suerte evitaras convertirte en el meme de turno, o quizá lo logres si es lo que deseas.
Si, así.
Encajar o no encajar. ¿Es cuestión de elección? ¿Estamos donde queremos porque somos lo que elegimos? ¿Somos realmente lo que somos porque estamos donde estamos? ¿Hemos perdido nuestra esencia? ¿Ser lo que queremos dicta nuestra esencia?
Que una gallina empolle el huevo de un águila no conseguirá convertir la cría en pollo. Amar el mar no te convierte en pez o gaviota. Vivir entre gorilas no te convertirá en uno de ellos. El ser humano tiene, pues, dilemas diferentes a los que los otros seres de la naturaleza se enfrentan. Una gallina no comerá a otra gallina; no por naturaleza, no sin que le hagas trampa y rostices a una de sus compañeras para servírsela en un plato. A pesar de eso, una gallina no encajaría entre carnívoros, ni entre mamíferos, así le des leche en vez de agua. La cosa no va por allí. Las ballenas sí son mamíferos; los delfines no son peces.
Pensemos en el niño sacado de las aguas para ser criado como egipcio. Llegó a adulto comiendo como egipcio, hablando como egipcio, riendo como egipcio, pensado como egipcio y amando como un egipcio; pero era hebreo. Algo no terminó de hacerlo encajar. No hay evidencia ni rastro de odio de ese hebreo a los egipcios. Cuando hizo lo que hizo, lo hizo por encargo. De hecho, no fue él quien toco el Nilo para hacerlo sangre sino su hermano. El Nilo le llevó a las manos que lo salvaron, pero, aunque le amara, él ya no encajaba como egipcio desde que supo su origen hebreo.
La forma no necesariamente expresa el contenido. Hay algo que no se puede elegir, ni cambiar. El afán por encajar puede desnaturalizarnos. Insistir en encajar puede falsificarnos a nosotros mismos. ¿Qué somos? ¿Por qué somos? ¿Para qué somos?
Inseguridad. El temor al rechazo. La busqueda constante de aceptación. Ser querido, o sentirse querido, que no es lo mismo. Ser parte de. Ser tomado en cuenta para. Llenar carencias emocionales. Sobrevivir a base de la interacción con otros. Satisfacer el ego. Encajar, aunque esto implique usar camuflaje o, como Zelig, convertirnos en otro yo.
Ser otro que no soy para parecer ser algo que quiero ser para encajar con alguien, o con muchos.
Con los griegos, como griego; con los judíos, como judío. Quedar bien en la foto. Salir con buenos comentarios. Recibir invitaciones. Ser contado en las lista. Invocado en los brindis. Tener cherada. Contar con panas. Ser parte de la banda. No estar solo...
Tomar bando. Si encajas como tuerca no podes ser tornillo. Si encajas como clavo no sos martillo. Entonces, si tu naturaleza es madera no podes bañarte en fuego, aunque te guste la idea. No podes salir del agua si sos pez, ni podes vivir de hierba si sos león, así querrás imitar a los Cullen. Así, encajar no siempre es cosa de elección. Los genes te pueden estropear ideas.
Encajar no siempre es cuestión de cálculo o ganas. No siempre es cosa de voluntad o esfuerzo. A veces uno simplemente nació en mayo, por la tarde, sin que nadie pidiera opinión. A veces uno simplemente no cabe, aunque quiera; quizá por tanta boludez acumulada o porque simplemente al destino no se le da la gana.
Paz.
1 comentario:
Interesantes planteos. Tal vez se pueda elegir no encajar, no cambiar para hacerlo. Y tal vez se pueda no encajar en el grupo de origen, tal vez haya que irse para buscar un lugar que sentir como propio.
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