febrero 14, 2019

Roma, o quien no conoce a Dios a cualquier santo le reza

Hemos llegado a una situación en la que el público prefiere 
cualquier basura comercial a Fresas Salvajes de Bergman 
o a El Eclipse de Antonioni.

— Andrei Tarkovsky

El camino que me llevó a Roma, la película, no la ciudad, ni la colonia (en mi país), inició en twitter y terminó en Netflix. De dos pasos. O tres, considerando que vi primero su avance y dos semanas después la película. The Great Gig in The Sky de Pink Floyd sazonó bien ese avance. Cuarón es inteligente. Promocionar Roma, como es, no iba a ser fácil. Sin embargo, hay fórmulas que ayudan. Trucos válidos. Roma es la La La Land de 2018. Bella, sí; pero...

Fotografiar en blanco y negro es difícil. Filmar, más. No solo es lograr contrastes sino dar formas con luz y profundidad. Si visualmente es complicado, transmitir un mensaje, una idea desde el contenido visual de imágenes en monocromo es un riesgo. En el cine, primero fue cuestión de recurso y tecnología; pero luego se convirtió en algo conceptual, artístico, caprichoso. Desde allí Roma coloca la trampa.

Roma es bella. Cuarón a filmado con clase, como poeta. Ha sido omnipresente. Produce, escribe, dirige, fotografía, edita, elige canciones, promociona. Mucha mano, o mucho Cuarón por todos lados. Se sabe, porque es así, que no se filma todo lo que se planea, y que hay mucho detalle espontáneo e improvisado en un rodaje. Además, el cine es un arte colectivo, incluso el cine de autor. Sin embargo, Roma parece ser la filmación casi perfecta de un plan de rodaje. Casi.

Cuarón tiene control total en la película. Es su idea filmada. Si no la estropea es porque sabe bien lo que se necesita para escapar del fuego. Inteligente es. Conoce bien los trucos a usar en líos como estos. Primero, rodearse de un ejército de técnicos que se convierten en soldados de su proyecto. Reciben órdenes y no las cuestionan. Solo ejecutan. Perfecto. Segundo, al no contar con un colaborador crítico pero amigable como Lubezki se niega a trabajar con alguien más en la cinematografía y decide entrarle él mismo al asunto. Eso lo sube de nivel. Todo director de cine debe saber fotografiar. Si Lubezki hubiera fotografiado Roma quizá estaríamos hablando de una belleza superior, sin duda. Al hacerlo él mismo evita perder tiempo discutiendo con su fotógrafo. Bien. Tercero, contratar actores de bajo perfil y reclutar una mujer sin experiencia actoral como protagonista. Cero egos, cero cuestionamientos, cero discusiones. Todo decir "si, señor". El deseo de todo director. Ganar tiempo, ahorrar dinero. Así, con esos tres pilares, Roma se desarrolló muy bien.

Por eso la ausencia de primeros planos. Cuarón no es director de actores. Ha trabajado con buenos actores, que es algo diferente. Aquí se necesitaba (y se usó) a los actores más como accesorios. Hay poco drama; nulo. Hay mucho lenguaje visual, pero poco drama escénico. Por eso eligió a Yalitza. Buscó a alguien que encajara visualmente en su idea. No buscó una actriz que desarrollara su idea sino un rostro y figura que sirviera en su cuadro visual. Pero solo quien busca la suerte la encuentra porque Yalitza termina conectando al público con la película, a pesar lo pasivo de su personaje. Ese acierto del destino termina por darle sentido a las palabras de Tarkovsky: de un actor no se puede obtener aquello que no es.

Roma, al principio, parece un album de fotografías. Una colección de fotos que retratan un momento específico de la historia de alguien. Una sesión fotografíca de escenas cotidianas. Bonitas tomas. Bien iluminadas. Buenos encuadres. Nada más. Es a medida que se llega al centro de la película que se comienza a asomar lo cinematográfico. Entonces los paneos, planos fijos y planos secuencia como recursos universales en esta película nos revelan que Cuarón filma a lo Tarkovsky. Basa su edición en el ritmo. Algo que le ayuda mucho en la mesa de corte, pues básicamente se edita filmado. El tiempo y el ritmo se establecen en el plano. Si Alejandro Magno portaba La Iliada en su carruaje, de seguro Cuarón tiene Esculpir en el tiempo muy cerca de él. 

Los grandes planos de Roma son sobresalientes. Planeación y ejecución. Ensayo y rodaje. La escena del caos nos demuestra lo buen director que es Cuarón. Ya había mostrado esos dientes en Niños del Hombre, pero aquí si muerde. Incluso hay un par de traveling que entonan bien la causa. No hay duda que Cuarón es un estudioso del cine, pero no solo un teórico, sino un digno ejecutor. Pocos casos hay así. Bazin escribió, nunca filmó. Truffaut escribió, pero filmó. Y filmó bien. Los buenos estudiantes siempre tienen ventajas sobre los malos estudiantes. Cuarón es buen estudiante. Se nota en todo su cine, y se nota más en Roma.

No es fácil filmar algo tan personal y hacerlo universal. No lo es. Sin embargo, hay trucos. Hay ciertas trampitas. Porque Roma se salta muchas cosas, las evade. Roma es una película filmada con delicadesa, muy bella, pero es hueca como una cerámica. Le falta mucho contenido. 

Antes he escrito que el guíon puede ser bueno, pero la historia mala, porque guión no es lo mismo que historia o argumento. Incluso los diálogos pueden empobrecer una bella historia. Un guión puede no contener diálogos. Un guión no está sujeto a una hisotria. El guión dice lo que hay que filmar, y a veces cómo, desde dónde, hasta dónde, y con qué. Roma tiene una guión que resuelve lo visual, nada más. No le ayuda a desarrollar su historia. Da la impresión de carecer de estructura. No hay discursos en Roma, ni manifiestos. No hay una verdadera exposición social, aunque se presente en escena. No se profundiza en casi nada. El tema del servicio doméstico como explotación humana queda levemente retratado, es muy condescendiente en muchos tramos de la película. Si bien roza levemente temas históricos importantes de la época, los deja como vistos desde afuera. Y pienso que es muy a proposito que a Roma le falte eso.

Roma es hueca. No tiene filosofía. Roma es pretenciosa.

Sin filosofía, el cine es entretenimiento. Filmar en blanco y negro como recurso se entiende como algo conceptual. El hombre elefante de Lynch, La lista de Schindler de Spielberg, Ed Wood de Burton, Toro Salvaje de Scorsese, El artista de Hazanavicius, El hombre que nunca estuvo allí de los Cohen, o Cinta Blanca de Haneke. Todas filmadas en blanco y negro a propósito. Ninguna hueca. Roma puede tener muchos premios, pero nunca el contenido de las mencionadas. Si por algo sobresalió Bergman fue por el contenido filosófico de sus película. No filmaba en blanco y negro para parecer profundo. Filmaba en blanco y negro (también lo hizo en color) como recurso, pero el contenido visual, estaba pegado al contenido de la historia. Sus diálogos no solo desarrollaban la historia y a los personajes sino que estaban cargados de profundo enfoque filosófico. Una simple frase provoca catarsis al espectador. La edición estaba al servicio de ese fin. Un primer plano al rostro de un actor con una frase icónica eleva la película más allá. No solo es filmar en blanco y negro para parecer solemne. La luz incluso debe hablar en el cine, pero no como anunciante de periodicos sino como un ser conscientizador del ser humano. El violín, de Francisco Vargas, filmada en México con equipo de producción mexicano, y filmanda en blanca y negro tiene mucho más contenido social y filosófico que Roma. Reygadas con menos recursos y con protagonistas con cero experiencia actoral ha logrando poner más filosofía a sus películas.

Me imagino cómo hubiera resuelto la escena del parto Welles, o Ford, o Kurosawa, o Bergman, o hasta Woody Allen. Cada uno a su estilo, pero no creo que tan superficial como lo hizo Cuarón. Faltó algo. No hubo profundidad. Bella, pero hueca.

Pienso esto de Roma, y lo manifiesto, porque hay un elogio desmedido a la película. Es bastante aburrida y lenta. Hay mucho encuadre que busca el aplauso. Mucha pretención. La escena dentro del cine me pareció una trampa para cinéfilos. La escena en el bosque es a todas luces una influencia de Tarkovsky que busca justamente eso: que se diga: ¡oh, su influencia es el maestro Tarkovsky! Cuarón busca encuadrar lo que gusta y hasta parecer artisticamente sensible al extremo, sin profundizar en su historia ni desarrollar los personajes. Una tarea muy bien adornada, pero poco profunda. A los buenos alumnos se les exige más para que no se conformen. Pudo decir más en su película con su personaje. Yalitza con tan poca experiencia y con un guión tan pobre logró transmitir tanto. Cúanto más se hubiera logrado con un poco de carga filosofica y profundidad social. Aunque no llovieran premios.

Cuarón es inteligente. La fórmula para el aplauso es fáci (más ahora). Ir a a un festival primero donde su película la verá un selecto grupo de personas. Ya no como antes. Ahora hay mucho fan del cine, pero no hay estudiosos del cine. Con un premio de festival en la bolsa y la promoción de Netflix a la mano, la cosa camina sola. Cuarón es buen director, sin duda. Por eso había que exigirle más. 

Roma hace competencia desleal en cualquier premiación. Todos en el nivel de insdustria cinemtográfica tienen a Roma a la mano en Netflix, no así otras películas. Por eso volvió popular su idea. Por eso hasta quien no sabe de cine cree que Cuarón lo invetó. ¿Debemos culpar a Cuarón por eso? No. Pero no podemos hacernos del ojo pacho.

Algunos creen que Roma ganará el Oscar a mejor película (ni las Uvas de la ira, pues. Ni El ciudano Kane!). No debería. El hype es excesivo. Al César lo que es del César y a Roma lo que es de Roma. No niego la belleza de la película, ni la buena dirección de Cuarón. Entiendo que alguien que no conozca de esto aplauda solo porque sí, pero quien se dedique a estudiar un poquito el cine notará las carencias (que no son menores) de Roma. Su falta de contenido, profundidad y filosofía es lo peor. Perdonarle algo así es como perdonarle el mal aliento a un rostro bello. 

Roma como La La Land es bella pero hueca. Quien no conoce a Tarkovsky a cualquier Cuarón le reza.

Paz.

1 comentario:

JLO dijo...

hola master, como va todo? saludo y abrazo desde Argentina...