julio 15, 2018

Mientras llueve

Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.
(Eliyah a Ajav)

 
Llueve. Me conviene que llueva. Tengo veinticinco razones por las que me conviene. Además, me gusta. Me gusta escuchar el sonido del agua cuando cae sobre el techo, sobre la acera, sobre las calles, sobre el cuerpo. Me gusta escuchar el viento y los relámpagos. Me gusta cuando llueve.

Estoy en mi cama, solo; pero quisiera tanto estar mojándome en, con y bajo la lluvia, como lo hacía antes, a propósito. Si no estuviera enfermo… 

Llueve poco últimamente. Eso me entristece. Tengo veinticinco razones para ponerme triste. No me conviene la época seca. No le conviene a mis letras tampoco, ni a mis imágenes mentales.  No le conviene a la eterna película que no acaba de editarse en mis pensamientos. No le conviene al suelo, ni al país, ni a nadie.

En ocasiones pienso en ese profeta que evitó que lloviera por tres años. No habrá lluvia sino por mi palabra, dijo. Ni rocío. Tampoco rocío. Se escondió en una cueva y dejó sin lluvia a una nación entera. ¡Vaya tío! Mentí al principio. Pienso en eso mucho, no solo en ocasiones. Pienso demasiado en eso. ¡Un hombre con tal poder!

Yo tengo veinticinco razones para enojarme con cualquier individuo que saliera con una idea similar. Veincitinco, o quizá más. Pienso en la razón veintiséis. Sí, cuando llueve pienso en la razón veintiséis. Lo admito. Estoy fragmentado en más partes, como horrocruxes. Veinticinco aquí, la veintiséis allá, y las que no alcanzo a contabilizar pues se escaparon de mis manos.

Estoy en todos lados, pienso. Y llueve, con la música de Mozart al fondo mientras duerme mi guitarra.

Me conviene que llueva. Tengo veinticinco razones por las que sonrío cuando el agua se precipita desde el cielo. Si no estuviera enfermo y no tuviera que dar las pesadas explicaciones a las pesadas personas que preguntan, seguro estaría mojandome en la lluvia.

La lluvia me hace recordar miradas. Recordar tertulias. Lágrimas. Encuentros. Sonrisas. Besos. Promesas. Poemas. Sueños. Noches. Reflejos. Partidos de fútbol o baloncesto. Caminatas. Sonrisas. Sexo. Cafés. La lluvia me hace pensarte, recordarte. La lluvia me hace recordar tus manos. Recordar, vivir, morir.

Pienso que si algún profeta apareciera de la nada diciendo que no lloverá sino es por su palabra, estaría muy molesto con él, o conmigo, por si a caso. Tengo veinticinco razones para no ser yo ese sujeto. Veintiséis, si cuento el fragmento que vive en algún sitio donde nadie me menciona. O más, si cuento las que no alcanzo a contabilizar pues se escaparon de mis manos.

No; aquí en mi cueva no hay nada contra la lluvia.

Paz.


©2018 DEARmente

2 comentarios:

JLO dijo...

y un día como esa lluvia que tanto anhelas volviste... das muchas razones como para contradecirte, hasta que no me animo por tu forma poética de decirlas ja... yo soy uno de los que odia la lluvia pero extrañamente no me molesta mojarme... será por eso de no quererla e ignorarla? no lo sé.... hoy solo festejo de que estés por acá... abrazo desde le sur profundo....

DEARmente dijo...

Abrazo Jlo.