agosto 05, 2015

1993 fue un buen año

¿Cuál canción te ha marcado más en tu vida?

Con esa pregunta inició una conversación que osciló entre lo absurdo y filosófico. Incluso, en algún momento rozó (en alto o bajo, no sé) lo teológico.

Sos complicado.

Así me acusaba y casi condenaba mi interlocutor por mi falta de simpleza al momento de responder. Por no saber elegir, o por elegir demasiado.

¿Te cuesta elegir?

Sí. Me cuesta. No porque sea difícil decir algo solo porque sí, sino porque realmente ninguna canción en particular me ha marcado, al menos no de la forma en que creo que me dispararon la pregunta. Y eso que fue un disparo al aire, sin querer cazar nada.

O sea: la bala perdida dio en mi pie.

Y la conversación se hizo larga, muy, muy larga...

Terminé eligiendo una canción, de un año específico, para que mi interlocutor quedara satisfecho (me dajara en paz), pero tal conversación me llevó a concluir que hay un año que sí me marcó, y que mucha música que escucho y toco personalmente, es de ese año. Y sí hay una canción por encima de todas, al menos de ese año. El año que da título al post.

1993 fue un buen año. Y sí, admito que ese año me marcó, y su música es evidencia de ello.

Vea, pues, la cosecha del '93.




























El orden no dice nada. Elegí doce, por aquello de seguir un patrón de alguien, pero hay muchas más canciones favoritas de ese año. La canción que elegí para contestar la pregunta a mi interlocultor está en la lista. Y mención especial para No Rain, que me inspiró a escribir el post, pues ayer se lo compartí a mi hija, y hoy lo hemos comentado en la mañana.

Y como siempre hay un doce que luego se hace trece (el que lea, entienda). Como bonus track dejo a Miguel Bosé y su canción poema:


1993.

Paz.


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