junio 01, 2012

Tres años después

Hay mucha gente molesta en el país, pero no toda, o al menos, no toda la gente está molesta por el mismo motivo. Cada cabeza es un mundo, entonces el universo es un caos. El Salvador, por ejemplo, es un caos.

¿Yo, estoy molesto? Sí, pero no como todos, no puedo permitirme afirmar eso. Estoy molesto, pero no como las personas que conozco, ni como mis amigos o mis familiares. Quizá tengamos algunas molestias en común, pero no estamos molestos por la misma razón.

Las cosas han cambiado para muchos, no sé si para todos, pero sin han habido muchos cambios, aunque muchos digan que no es así. El detalle es, quizá, que los cambios no son los que muchos pensaban o deseaban, porque pensar algo es muy diferente a desear algo. Y por allí la cosa pone mal a cualquiera.

Hay gente molesta, no porque se eliminó algún subsidio sino porque se lo quitaron a ellos o porque hoy pagarán unos dólares más al fisco (si es que lo hacen), pero esos no son todos. No a todos le eliminaron subsidios ni les aumentaron impuesto. Muchos gozan de subsidios y ya no pagarán ciertos impuestos.

Hay muchos pobres quejándose en sus cuentas de facebook o twitter. Se quejan de esto, de aquello, y se llaman pobres aún cuando pagan cuentas de celulares, de servicios de internet o hacen esas quejas desde sus puestos de trabajo, o sea, tienen un empleo, quizá mal pagado, pero lo tienen. Además, no sé cómo entiende la pobreza cuando pueden costear ciertos servicios (cable, internet) y dispositivos tecnológicos sin sentir culpa.

Todos somos pobres, dicen, pero no sé cómo aplicar eso a las familias del interior del país que cocinan con leña y que no tienen servicios de agua potable ni energía eléctrica, porque, si todos somos pobes, no podemos compararnos con ellos, o deberían llamarse de otra forma.

Conozco demasiadas personas como para poder decir: mi queja es la misma. Me consta que hay mucho trabajador público quejandose que ahora sí tiene que marcar tarjeta, justificar sus viáticos, hacer requisiciones justificadas, someterse a revisión al entrar o salir de su lugar de trabajo, o simplemente porque ya no se celebran tantas fiestas como antes.  Empleados públicos que ven un bono como algo obligatorio y no como lo que realmente es: un extra. Por cierto, un empleado público no gana lo mismo que uno privado.

Están también los que se quejan por haber perdido privilegios.

El ruido se genera en la televisión, en la radio, pero hay mucha manipulación de información de parte de grupos que no desean que la gente piense con el cerebro sino más bien que lo hagan con el hígado.  Y se está gestando una nueva forma de opinión pública: las redes sociles, ese espacio elitista que se cree la nueva voz del pueblo.

Los verdaderos pobres no tienen internet. 

Por favor, no se confunda, no estoy defendiendo a nadie. Es solo que muchos no alcanzamos a ver ciertas cosas porque estamos muy lejos de ellas.  A mi el gobierno no me regala nada, pero hay mucha gente que sin la ayuda del gobierno no lograra sobrevivir.  Yo compro mi comida y compro lo que mi nena lleva en su lonchera todos los días, pero hay familias que mandan a la escuela a sus niños no solo a estudiar sino a que les den el primer tiempo de comida y que les den libros, uniformes y zapatos que no pueden comprarles y con los que quizá andan todo el día. De esa gente hay mucha, y no tiene voz ni voto en las redes sociales o en los medios de comunicación con intereses preestablecidos.

Es cierto, yo tengo mucho de que quejarme, como usted, pero no voy a ponerme en el lugar de esa gente que viene quejandose por años y años y que nadie había escuchado.  Claro, ellos no son dueños de radios, ni de televisoras, ni son microempresarios, ni emprendedores, ni gurus, ni nada.  Son pobres, verdaderos pobres que siguen siendo ignorados y ahora por quienes consideran que están en su misma condición o porque pareciera que a los que hay que tener contentos es a la clase media y los de más arriba.

Tres años después hay muchas quejas, pero algunas están fuera de proporción. Yo también hiciera las cosas diferentes, pero claro, no estoy allí, donde se toman las decisiones.


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