marzo 09, 2012

Elección o no elección (por qué putas habló de esto?)


Me enteré que la campaña política había iniciado un domingo cuando un grupo de fieles (y empleados) de un partido político hacia mucho ruido cerca de la puerta de mi casa e interrumpía la paz que me daba un partido de fútbol. 

Claro, en la TV la cosa se había iniciado antes, pero uno puede pasar el canal mientras hay un comercial o apagar el TV un momento, si todos se ponen de acuerdo a pasar un comercial X al mismo tiempo (como las cadenas presidenciales), pero en vivo y en directo hay que aguantarse porque no puede uno salir a hechar napalm a todos para poder escuchar bien la narración del partido de fútbol.

Lo bueno es que eso tiene fin. El miércoles termino eso y el domingo termina lo otro.

Es extraño cómo piensan los políticos. También es extraño como piensan algunas personas.  Cierto concejal que busca reelección me mostró su preocupación de perder su puesto porque el otro candidato había hecho mucho ruido en su municipio. Lo raro es que algunas personas de esa zona me comentaron que pensaban lo mismo solo por el hecho de haber visto mucha gente detrás del candidato nuevo.

Raro.

En otra dimensión, un ser me mostraba datos de los spot de un partido comparados con los de los demás. Creen que con invadir la TV y Radio van a lograr voto, me dijo. Según este ser, ya todos saben de qué están hechos los políticos salvadoreños, se pinten como se pinten. Que no engañan a nadie.

Y, sí.

Las quejas en las redes sociales hacia candidatos o personas que están involucradas en las campaña política van orientadas a que, por estar promocionando sus candidaturas, estos personajes se muestran abiertos a interactuar con todos, a seguirlos o agregarlos a sus listas de amigos, algo que después de la campaña quedará para la anécdota. Al menos las cuentas (o administradores de cuenta) de los candidatos que se aventuraron al experimento cubrieron un espacio que otros no, dijo alguien que se dedica precisamente a eso.

Tiene razón.

Lo que se creen más listos que Lucifer (como Nietzsche) se burlan de la calidad, o mejor dicho la poca calidad de propuestas presentadas en los spot publicitarios. Se burlan del contenido, de las formas, del método y pasan de largo diciendo que así no se convence a nadie, que solo los ignorantes se creen tales mentiras, que solo los que no saben leer o los que a penas cursaron primer grado pueden quedar convencidos con tales anuncios.  Anuncios que invitan más a no votar que a votar, me dijo un periodista.

Puede ser.

Más de algún confundido se la pasa preguntando cómo debe votar, a pesar de las constantes instrucciones en los medios de comunicación.  Algunos ni siquiera se han enterado de que ya no le van a dar una hojita sino una especie de sábana de papel y que va a tener que doblarla cual mapa turístico.

Otros no entienden por qué si viven en un lugar les toca votar en otro sitio, pero no hacen (o hicieron) nada por cambiar sus datos cuando se podía por temor a que en el cambio no aparecieran ni allí ni en ningún lado. Esto saben que uno va a votar en contra de ellos, me dijo una afectada, hoy.

Así.

Algunos han hecho su propia propaganda "no vote por partido, vote por persona", o viceversa. Alegan que por primera vez en el país se va a poder votar por personas y no por partidos, pero quizá no han entendido muy bien el asunto, o yo me perdí entre un cuento de Poe y las instrucciones de cómo votar porque la única diferencia es que se incluyeron candidatos independientes.  A parte de eso, marcar por un candidato con partido (o varios) es votar por el partido. O sea, si tengo que elegir cinco personas para un cargo en la asamblea, no puedo elegir uno por color porque me anulan mi voto. O partidarios o independientes. 

La cosas sigue igual, pues.

Entonces no vale nada de lo que se dice al respecto.  No.

Lo que nadie asume (los candidatos menos) es que el domingo se eligen empleados, servidores públicos. Esa gente que ha salido hasta a bailar bachata y perreo en las calles por un voto es un empleado de aquellos que lo eligieron. 

Nadie elige empleados a la ligera. Se elige el mejor, o en su defecto, quien genere la confianza necesaria para hacerse cargo de una tarea determinada.  Claro, a veces se elige empleado siguiendo afinidades como la familia, las amistades, intereses... pasa en todos lados.

El asunto es que las personas deben elegir bajo ese principio: voy a buscar empleado. Un empleado que represente bien mis intereses. Un empleado que cuide mis intereses.  Un empleado a quien se le puedan dar las llaves del negocio sin desconfiar.  Un empleado a quien se le puede y debe pedir cuentas en todo momento y, por qué no, a quien se le pueda despedir cuando no haga bien las cosas.

Un empleado público.

Aquí todo es a propósito.  Los iluminados que se burlan de la campaña y de quienes votan no se dan cuenta de eso.  Los listos que creen pasar de la campaña y que votan bien por tener la mente más lúcida realmente solo siguen la corriente.  Los sabelotodos que creen ser inmunes a las mentiras política no se dan cuenta que todo es un plan, todo.

El político no quiere convencerlo de nada. El político no quiere que le crea. La campaña política está orientada y diseñada para condicionarlo a usted, a mi, a todos lo que leen y no leen, a los que saben y a los que no saben.  Condicionarlo. Aun a que no vaya a votar.  Sí, a que no vaya a votar, a que piense que es una perdida de tiempo.  El abstencionismo les conviene como la inmunidad diplomática.  Quieren que vote su gente, los que votan per se, los que nunca serán de tal color y por eso votaran por este otro color, los que creen que votar es una lucha con sentido heroico. El voto duro.

Quienes diseñan estas campañas saben lo que hacen, aunque a usted o a mi nos parezca que un niño de kinder podría hacer un mejor trabajo.  Ellos saben a quienes ahuyentar con sus anuncios.  Saben a quienes molestar.  Y saben a quien atrapar. Saben que aunque no le guste algo a alguien con repetirselo miles de veces lo van a condicionar. Es un método. Es científico. Lo saben y por eso hacen lo que hacen.  Y así usted lea la biblia, el corán, la sunna, la torá, el talmud, a Nietzsche, a Condorito o puros tweets está condicionado a hacer justamente lo que ellos buscan.

He conocido a pocas personas que hablan de votar por convicciones claras. Yo no voto por enemigos de Israel, sea quien sea, dicen. O yo voto por quienes apoyen la liberación de la Palestina Ocupada (Jerusalén) y reconozcan a Palestina como estado, dicen otros.  Están los que creen que su identidad es más importante que un tasa municipal o un impuesto y entonces buscan quien represente su identidad en la sociedad, sean homosexuales o ateos, ecologistas o personas discapacitadas. Personas que tienen prioridades más allá del color de las camisetas o los discursos.  Personas con intereses y convicciones esenciales.  Las verdaderas.  Las que importan.

Claro, usted y yo creemos ser de esos pocos, ¿no?

Ojalá un día se pueda votar realmente por personas que van a defender una causa personal como un empleado que ha sido elegido para eso, ya sea que se pierda o no la lucha, pero que se note el trabajo de ese representante que con mucho cuidado hemos elegido para que alce la mano y voz por nosotros mientras estamos en lo nuestro.  Ojalá algún día se entienda que cuando un partido vota por algo es como si usted y yo, los que los elegimos, estamos votando por eso. No, me dijo mi abuela, yo no estoy de acuerdo con tal y tal cosa, pero su partido, por el que vota ciegamente sí, y vota a favor (o en contra) de asuntos sin preguntarle si está de acuerdo o no. Después del voto los políticos se deben a sí mismos y a sus estructuras partidarias y son capaces de todo para no perder ese privilegio de hacer lo que se les da la gana.

El domingo acaba la cosa, y todos los candidatos cogerán el fruto de sus estrategias. Uno a uno comenzaran a darse por satisfechos o no por lo que hicieron.  Algunos llamaran a algún canal a dar las gracias, otros a un periódico o radio.  Están los que sentirán que haber hecho aquella cosa siniestra no estuvo mal del todo si al fin y al cabo ganó.  Algunos mandarán su ofendas a algún altar (diabólico, cristiano, etc...) y muchos muchos muchos se frotarán las manos pensando en lo que van a hacer después de su elección... así es esto.  Tampoco dude que los ganadores van a comenzar a recibir llamaditas de quienes ayudaron al triunfo (bueno y malos). Todo es parte del juego, pero a mi no me crea nada. Yo no busco condicionarlo a nada. Por mi, que se anulara toda la votación.

Vote en paz. Busque la paz. Sea la paz.


(*) El título está inspirado en la canción Sr. Cobranza

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