febrero 11, 2012

War Horse: emotiva, heróica y hasta un poco solemne.

Si usted ve el nombre de Steven Spielberg en algún proyecto de seguro lo tomará en serio. Si ese nombre aparece en los créditos de dirección, pues más.  El señor es el rey Midas de Hollywood.

War Horse (Caballo de Guerra), película sobre un equino llamado Joey, tiene el nombre de Spielberg en sitios importantes (director, productor, compañía...) y más, en el estilo cinematográfico, que es lo que aquí (o a mi) interesa.

Una película para ver en familia, toda. No se trata de cine bélico, aunque algunos quieran ponerle esa etiqueta. No lo es. Si bien la I Guerra Mundial sirve de escenario para seguir las peripecias del equino y así enlazar otras historias, el asunto se pierde en la narración.

¿Spielberg ha retrocedido treinta años? No lo creo. Este nunca ha dejado de ser el niño-director que filmaba con su cámara de 8 mm. Por eso la constante insistencia en cierto estilo emotivo en sus películas que, al menos en este caso, termina estropeando todo. 

Spielberg es un adulto, y como tal, tiene ideas fijas respecto a ciertos temas. Ya lo demostró antes con La Lista de Schindler, quizá su mayor aportación a esa idea de cine-arte en función de un mensaje social, humano, universal.

Hay una producción impecable en esta película. Eso no voy a negarlo. La fotografía es hermosa. La dirección es fina, justa. El montaje, aunque débil, cumple con lo que creo es la idea general de la película.  Una ambientación muy correcta y un reparto muy serio que da la idea de una gran obra de teatro. La música de John Williams está nuevamente por encima de cualquier elemento y tan adherida a la narración que ya cuesta mucho pensar un plano de Spielberg sin las notas de éste.  Una colaboración-complicidad que marca más la pregunta ¿qué pasaría si dejaran de colaborar?  Pero, no basta.

Algo no pasa. Nunca pasa. Sí, hay una carga enorme de emotividad desde el primer plano. Hay sentimentalismo. Hay risas (un ganso aportando a ello). Hay solemnidad y heroísmo. Hay espacio para la metáfora. Pero, no pasa nada.

Aquí no se puede decir si la película transmite o no el espíritu del libro infantil en que está basado. Primero, porque no he leído el libro, y segundo, porque eso jamás va a pasar en una película. El cine no es literatura, aunque use de ella, y la literatura no es cine. Y yo hablo los dos idiomas, y los interpreto. Por eso no reparo en saber o no si ese "algo" que no paso se deba a que no conozco el libro.  En el cine, lo que se ve es lo que debe bastar.  Pero de ese tema hablaré en extenso en otra ocasión. Prometido.

El punto es que hubo un momento en que tuve que ver el reproductor del DVD (lamentablemente no la vi en cine) para ver si ya iban tres horas de película, y no, no iban tres horas.  Desde ahí la cosa iban mal.  Luego pasa que la historia de Joey, el caballo, parece diluirse demasiado entre las otras.  Creo que Spielberg, por culpa de los guionistas, erró en ese punto, y mucho. O, simplemente, esa era su idea. La relación entre un animal y un humano ha sido tratada mejor en otras películas y hasta pudo haber tomado clases de Danza con Lobos para ver que no se necesita de tanto sentimentalismo para mostrar vinculos fuertes entre animales y hombres, o ver completa unas diez veces la película de Disney, Tonka (1958).

Joey, el verdadero protagonista, se pierde mucho en el desarrollo y salvo por alguna que otra secuencia solemente (Gracias, John William) el caballo parece de utilería. Sí, sin esas escenas potenciadas por la música el título de la película no tendría tanto sentido.  Claro, no es culpa del caballo ni de sus entrenadores, que debo decir han hecho un trabajo espectacular, todos.  Se nota que es un caballo disciplinado y con un dote artístico impresionante, pero creo que a Spielberg le falto un poco para dar con la tecla. Le falto confiar más en él.

A Spielberg no le vamos a enseñar nada, claro.

Me preguntaron ayer si iba a comentarla, porque la nominaron al Oscar como Mejor Película, y dije que no, que quizá una pequeño comentario global con las otras que no les veo posibilidad, pero decidí hacerlo, como hice con Midnight in Paris (que no ganará), para poner en evidencia que no es para tanto.  Que de nuevo la simpatía y los nombres pesaron en las candidaturas.

No me lo tome a mal. No digo que es mala. En general no lo es. Se trata de una película buena, para ver, pero como aquí, en este espacio, y desde mi perspectiva se debe hablar de ese algo más que el cine debe tener pues...


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