febrero 12, 2011

The King's Speech: un discurso y algo más


La temporada de Oscar® es como la temporada de patos o venados en las regiones donde se les permite cazar en ocasiones, con la diferencia que en este caso no hay rifles ni azares, sino miradas críticas y películas específicas.

The King's Speech logró meterse en esa lista exclusiva de las mejores películas del año según los miembros de la Academia®, ese grupo de individuos que pagan una anualidad por ciertos privilegios y consideraciones y en los que hay un grupo pequeño que realmente conoce no del trabajo que se hace en la industria, porque de eso hasta un extra o un calibrador de luces sabe, sino del hacer cine, o sea, trasmitir por medio de esos veinticuatro cuadros por segundo una idea o intención de algo más. Un algo más que puede ser cualquier cosa, o nada.

Ese algo más que a veces no es percibido claramente es lo que quiero resaltar de esta película de corte histórico que narra las circunstancias en que Jorge VI del Reino Unido llegó al trono y su lucha contra su inseguridad y tartamudez teniendo el apoyo de su esposa y de un terapeuta poco ortodoxo.

Casi toda la película se desarrolla sobre la preparación de este mortal para que pueda hablar en público sin tartamudear y más en el momento en que este es coronado como rey, pues un rey debe tener algo que decir y ese algo debe ser claro y profundo, más en esos tiempos donde la radio era el único medio donde hacerse oír y sentir.

Un discurso. Así comienza la película. Un discurso mal dicho, tartamudeado, vergonzoso.

Y la película termina también con un discurso. Esta vez, un discurso solemne. Un discurso que, aunque no parezca, cambio el curso de la historia de una nación.

En eso radica el poder y grandeza de esta película. Es allí donde radica el peso del por qué está siendo tan considerada por esa poca gente que sabe de eso de hacer cine y no sólo de hacer películas —que no es igual ni es lo mismo.

Técnicamente hablando la película no es ni innovadora ni sobresaliente en ningún caso. No es un desperdicio, pero no es la octava maravilla del mundo. El vestuario, la fotografía, el montaje y la ambientación han sido hechos a la inglesa, cuidando los detalles de manera de no ser ni pretenciosa ni descuidada, que es algo que se le debe aplaudir más a la producción que al director. Por ello, nuevamente resalto que lo que hace tan fuerte a esta película es ese algo más que nos muestra.

No soy inglés, y por ello hay algunas situaciones presentadas en la película con las que no estoy familiarizado, y no se crea quien lee estas líneas que he andadado en las bibliotecas virtuales cotejando fechas, datos o nombres, no, eso no. Pero no se necesita ser inglés para entender la humanidad de ese mortal presentado en la película: un hombre, con el privilegio de haber nacido en una familia real, con una inseguridad en su capacidad de ser algo más de lo que él mismo cree poder ser. Un hombre que ante un destino inminente a las puertas —su coronación, una guerra avecinándose— se reusa a aceptar que es capaz de ser algo más de lo que él y todo el mundo sabe que es: un tartamudo.

No es para menos. Casi siempre un problema del habla ha sido considerado como un problema de incapacidad mental y muchas veces tendemos a creer que porque alguien habla muy bien tiene una capacidad cerebral enorme y porque alguien no logra expresarse es tonto. Pues justamente eso es lo que pasa en la película.

Si olvidamos que ese es un rey y nos centramos en el hecho de que es un humano, quizás la cosa no tuviera mucha gracia o no le hallaríamos sentido al asunto. Pero he allí un futuro rey que tiene miedo de hablar en público y que como antítesis tiene a un gobernador —Hitler— con un carisma y capacidad para acaparar a las masas con las palabras de sus discursos. Un gobernador que con sus palabras fue capaz de incendiar las metes de una nación y que estuvo a punto de someter a Europa entera al nazismo.

Y es allí donde el asunto se vuelve solemne. Y para ello, los guionista y director utilizan el único recurso que el cine les permite: imágenes. Una escena donde este recién ascendido rey ve un discurso de Adolfo Hitler donde éste habla a sus tropas con efusividad nos muestra la verdadera intención del filme, la pureza de esa idea final del filme, sí. The King's Speech (El discurso del rey) es una oda al valor de un ser humano que acepta su destino a pesar de sus debilidades o imperfecciones y lo afronta con valor, apoyado en los que creyeron en él.


Por ello, ese discurso, el discurso final de la película, y la forma en que ha sido llevado al cine, debe ser tomado en cuenta a la hora de evaluar esta película que pudo ser simplemente una película más, pero no lo es.

Fue el discurso de un mortal venciendo sus miedos con su voz pausada pero decidida a triunfar sobre si misma la que animó a toda una nación a mantenerse en resistencia al Imperio Nazi durante la segunda guerra mundial.

Al final, si se quiere ver esto como una fábula, el temeroso tartamudo, con su voz, mantuvo en pie de lucha a toda una nación ante la feroz oratoria de un hombre que también había levantado un régimen con su voz y carisma.

El tartamudo venció al orador.


Le dije un día a un amigo que esto de los premios no significa nada más que un voto de simpatía. No hay una película que se pueda comparar con otra. Creo que hasta el día de hoy no me ha entendido muy bien.

The King's Speech tiene el mismo gen que tuvo en su momento Chariots of fire que en 1981 le ganó a Reds en premio a mejor película del año, sin ser visualmente más poderosa que la obra de Warren Beatty. O como cuando Driving Miss Daisy dejo sin la estatuilla de mejor película a Born on the Fourth of July, la favorita en 1989. Por eso, muy a pesar de las favoritas, visualmente hablando —Black Swan, The Social Network—, no me sorprendería ver la noche de la entrega que alguien diga and the Oscar goes to... The King's Speech.

Tres actores soportando el peso de un mensaje y de una historia que contar: Colin Firth, como el rey; Geoffrey Rush, como el terapeuta que ayuda al rey con su problema y Helena Boham Carter, como la esposa del rey. Todos merecen un aplauso adicional a los demás en competencia.

Definitivamente, esta película quedará guardada en el rincón selecto de mis preferencias por lo solemne y fuerte de su mensaje, a pesar de ser tan discreta en la forma de presentarlo.

Os la recomiendo.

3 comentarios:

admin dijo...

Me ha reencantado tu post. Como quisiera tener el don de poder dar a entender eso que sentí al ver The King's Speech, pero tu muy claramente lo has mostrado. Poder superar tus miedos, un problema o algo que no te deja dormir y te hace pelear con el mundo y superarlo, no de un solo si no que a paso lento, pero seguro,... eso sentí. Gracias por demostrarlo en tu post. Me quedo dos minutos más aplaudiendo el trabajo de Colin Firth.

DEARmente dijo...

Samuel, gracias por tomarte el tiempo de leer estas lineas.

Definitivamente, esta pelicula tiene un mensaje superior.

Agradezco tu visita.

Unknown dijo...

ya que la habeis recomendado, la veremos.
lo hiba a hacer este día, pero se me cruzó "Los Coristas"

Saludos