febrero 03, 2010

Haciendo el amor de la nada

Cuando usaba mi uniforme de scout, hacía un nudo en la punta de mi pañoleta para recordar que debía realizar buena acción en el día. En la mística y tradición scout se dice que "una vez que se ha sido scout nunca se deja de ser". Supongo que aún soy scout.

Aprendí mucho en esos años. Hacer nudos, vendajes, acampar, cocinar, sobrevivir, ver estrellas... sé, por ejemplo, dónde ubicar a Orión, aunque no sé si eso es importante.


En mis días breves de teatro, mi mentor me enseñaba, con insistencia, sobre el distanciamiento bretchiano y por qué es necesario, vital, para un actor desprenderse de su personaje al final de cada presentación o ensayo, como si se quitara una camisa.

La actuación es la única forma de lograr que te aplaudan por mentir. Actuar es mentir.

Aprendí a mentir.

Así, en todos estos años, en mis treinta años de vida, muchas gente me ha enseñado infinidad de cosas útiles, y muchas inútiles. Mis padres, en primer lugar, por supuesto, luego mis familiares, mis amigos, algunos conocidos y muchos, pero muchos desconocidos.

Es curioso, muchas de las grandes lecciones han venido de personajes desconocidos, fugaces. Quizás porque hay lecciones que sólo los desconocidos pueden dar. Los anónimos.

Al Pacino dijo un día que él siempre decía la verdad, incluso cuando mentía, y le creo. Otra gran lección de honestidad de alguien a quien no conozco personalmente.

Estoy confundido. El otro día me quede atorado en una conversación que bien pudiera llamarse: sexo, pudor y lágrimas. Mucho de lo primero, y, en consecuencia, mucho de lo último. Creí que había encontrado algunas soluciones hace tiempo ha ciertos temas pero, después de esa conversación, me doy cuenta que nadie, absolutamente nadie, me dio una lección eficaz para salir de ella sin rasparme.

Vaya, ni los scout, ni el maestro Nuila, ni mis padres, ni mis amigos, ni la universidad, ni la divina comedia, ni Fellini, ni los picapiedras. ¡Nadie!

Y pensar que todo comenzó por colar en la conversación a las TaTu y...


si, ese par de muñequitas rusas desperdiciadas que provocaban más que suspiros detonaron una plática con muchos daños a terceros.

Pero es que la cosa comenzó comentando a Máncora, la malograda película en la que Elsa Pataki, sin quererlo, y sin saberlo, propone algunas inquietudes en el concepto de relaciones sexuales y sentimentales, con ayuda de Liz Gallardo, por supuesto.

"Hijo, cuando veas a una mujer guapa, sólo recuerda que en algún lugar hay alguien cansado de tirársela" (Alfie)

Lo que se le olvido agregarle a Alfie fue "hasta que se de cuenta que se acuesta con otro".


¿Amor? ¿Sexo? Para este servidor, hay una diferencia más que notable en esas dos palabras, su significado, sus aplicaciones, sus alcances y sus consecuencias.

Entiendo si al llegar a estas líneas algún lector se encuentre confundido. Creame: yo lo estoy aún más.
"De amor ya no se muere" dice una canción. ¿Y de sexo?

No soy escritor, ni ezcritor, no tengo ni el talento, ni el tiempo para serlo. Tampoco tengo los suficientes amigos para que adulen todas las boberías que escribo y este post, más que cualquier otro, lo demuestra. Por eso, este texto puede parecer confuso, o difuso.

Primero diré que creo que eso de hacer el amor está mal dicho y mal escrito. No es así. El amor no se hace, no se puede hacer y menos de esa forma pues entonces habría mucho amor en el mundo y es evidente que es lo que más nos hace falta. Si fuera así, en Europa Occidental habría más amor que judíos en una sinagoga.

En segundo lugar creo que decir intimidad sexual es otra forma erronea de referirse al coito. La intimidad es una cosa muy diferente. Los servidores sexuales no intiman con sus clientes, al menos no con esos que sólo consumieron una vez el producto. Los actores porno, no intiman con sus colegas, y viceversa. ¿Cómo se intima en una orgía? En la industria porno se usa un termino tan simple y técnico como: escena. Así de simple.

Tercero. El sexo, la actividad sexual y el deseo sexual no son exclusivos de la mayoría de edad (aquí 18+), ¡por favor!

Coger, follar, chingar, mojarla, fornicar, en fin, "eso" es algo que se hace todos los días, a cualquier hora, en cualquier lugar, con o sin ropa, con público, sin público, con experiencia, sin experiencia, con luz, sin luz, con pena, sin pena, por curiosidad, por vicio, por deseo, por necesidad, por oficio, por trabajo, por evasión, por compulsión, por placer y, lo esencial aquí, con amor y sin amor.

La sinceridad, el sexo y el amor no son buenos amigos, ni parientes. La mentira y el sexo, sin embargo, saben hacer negocios juntos. La sinceridad y el amor, son tan platónicos como mi amor por Michelle Pfeiffer. Aquí si importa el orden de los factores.

Por ejemplo, decirle a tu pareja que "no disfrutaste del sexo" con otra persona porque "no la amabas" es como decirle a Forrest Gump que es el tipo más inteligente sobre la tierra.


Eso no debe decirse, por favor. ¡Pero se dice! Y se dice mucho.

Entonces, ¿Qué debemos decir? ¿Es válido ser sincero en circunstancias donde se ha hablado de amor desmedidamente? ¿se puede? ¿se debe?

Pues bien, es alli, donde este servidor se ha quedado atorado.

Difícil.

Si no decís que no es porque sí. Fórmula simple de la adolescencia cuando, por educación o boludez, pedías un beso a la chica que te gustaba.

Un no, muchas veces es un si. Un si, a veces es un no. Lo más peligro siempre es un silencio.

Si te gusta la portada de ¿Dónde jugaran las niñas? sos un degenerado. Si no te gusta, sos un hipócrita. ¿entonces?



Sobre dicha conversación, pues creí porder dar algunas respuestas acertadas y dar un jaque mate, pero me quedé estancado en un tráfico de ideas tan espeso como en las calles de San Salvador.

Creí que Closer, la película, y el libro de Leonard Cohen, El juego Favorito, me habían dado algunas respuestas para estos casos. Inclusive, pensé que Sexo con Amor de Boris Quercia, podía ayudarme, pero no.

Nadie soporta algunas verdades. Todos queremos sinceridad pero, al obtenerla no sabemos que hacer con ella. Los sentimientos cuentan, y mucho.

Así, intentando salir de la telaraña, retomar esa plática con quienes la inicié y convertirla de Sexo, Pudor y Lágrimas a una Mejor Imposible, me doy cuenta porqué algunas lecciones necesariamente debemos aprenderlas con desconocidos: para no dañar a quienes nos conocen.

Si no hubiera tanto placer en el sexo, no fuera necesario hacer el amor de la nada.

Creo que habrá continuación.

Paz.


©2010 DEARmente






3 comentarios:

Unknown dijo...

Yo también quedé atorado en el tráfico de san salvador... Tratando de entender!!!!!

DEARmente dijo...

Si, bueno, entiendo... ¿o no entiendo?

Da igual ¿no?

En escencia quizás no quise decir nada.

SLDS!

JEANN ALVARADO dijo...

creo que ni platon sabria salir de ese congestionamiento...
espero ver pronto
la continuacion!!