octubre 17, 2008

El francotirador, la nostalgia y You're just too good to be true...

Unos días atrás, uno de mis amigos cercanos llego a casa con una de mis películas favoritas, de esas que son parte de mi adn y bla bla bla...

Le comenté a él, en un correo electrónico, que tal película me trae muchos recuerdos, y es raro que, a pesar de ser de muy favorita, sólo la vi tres veces hasta ahora. También es raro que, de momento, no haya sometido a ninguno de mis cercanos a verla conmigo. O sea: la vi siempre solo.

Es El Francotirador (Michael Cimino, 1978), un drama bélico sobre tres amigos que son llamados a combatir en Vietnam, experiencia que los marca para siempre.


No voy a extenderme más en hablar de la película, por hoy. Sería un post extenso. Basta anotar que es de las mejores películas bélicas de todos los tiempos y que, realmente, como dijo Carlos Boyero, critico de cine: no es una película sobre la guerra, sino sobre la amistad. Sobre cómo la vida puede joder las cosas más hermosas que hemos tenido, la imposibilidad de recobrar el esplendor en la hierba. También es un canto a la supervivencia.

 




 

Esta tiene peso nostálgico para mi. ¡Enorme peso!

La vi por primera vez después de medianoche, casi por accidente. Un canal local transmitía a la ganadora de cinco Oscar en horario de insomnio... Así escuché a Robert de Niro, Christopher Walken, John Savage, entre otros, cantar una canción que se incrusto en mis genes: Can't Take My Eyes Off You, de Frankie Valli.



Ese detalle se volvió invaluable más adelante, mucho más adelante. Esa noche simplemente me sumergí en la historia, años después hice las valoraciones cinematográficas. En ese entonces, era un adolescente.

Cierta madrugada esa canción me despertó. Tenía un radio con reloj que funcionaba como despertador y se encendía a la hora programada. Esa vez, justo a las cinco de la mañana, el reloj se activo, como si se tratara de una extraña sincronización o coincidencia, con la primer nota en piano de Can't Take My Eyes Off You, versión Boys Town Gang.



Estaba entre dormido y despierto, preguntándome: ¿Dónde he oído esa canción? Hoy, siempre que escucho esa versión, recuerdo esa mañana y la razón por la que debía despertarme temprano. Después añadiría otro recuerdo más profundo.

Años después vi El Francotirador con más enfoque cinematográfico, pero algo extraño pasaba. Allí estaba esa canción cantada por los mismo individuos produciendo en un no sé que en mis emociones. Además, algo más se agregó a la epifanía: una tonada. Había una tonada que se me hacía demasiado familiar. Era Cavatina, una composición para guitarra de Stanley Myers que sirve de introducción y final en la película.

Y ese no sé que golpeando mi pecho.

Esa tonada estaba incluída en un disco de guitarra clásica que mi hermano había conseguido en no sé dónde. Todas las tonadas eran ejecutadas por John Williams, príncipe de la guitarra.

Todavía compartíamos habitación.

Mi amigo, quien me regaló la película, tiene veinte años de seguir a mi lado. Mientras escribo este texto me doy cuenta del tiempo que transcurrido desde que lo conocí. El ha perdido un poco de cabello, pero nunca la serenidad ni la paciencia, y menos la alegría.

Un día puse la película en el reproductor y entonces descubrí cosas que uno valora hasta después.

Otra vez los mismos tipos cantando la canción que me recuerda aquel día que debía levatarme temprano pues tenía un partido importante de baloncesto que al final perdimos. También está esa tonada, que me hace volver en el tiempo a los días cuando compartía habitación con mi hermano, creyendo que ese John Williams era el mismo autor de la música de Star Wars y hablando de mil y un cosas que al final nunca resolvimos. Todavía no podemos resolver el mundo, ni el pasado... ¡Pero hay más! 

Can't take my eyes off you es más significativa ahora, pues mi hija, al escucharla, la tarareaba por cantarla cuando tenía un año. Y su voz, pequeña, dulce, sincera y espontánea me inunda el pensamiento al recordar. Recorda esa niña y esos momentos con ella. Recordar que un día dejará la niñez y solo me quedará ese recuerdo.

Siempre he visto esta película sin compañía, y ahora sé por qué. Ahora comprendo por qué, a pesar de ser tan favorita,  la he visto pocas veces...
 
Al verla, siempre se me escapa una lágrima de no sé dónde y sin permiso.
Quizás porque pienso en nosotros, todos, y me imagino que somos los que estamos allí, cantando alegres esa canción sin pensar en el futuro... hasta que ese futuro ya es pasado.

Nostalgia...



Cavatina por
John William.



Y la versión de Andy Williams de Can't take my eyes off you por una sola razón: Denise Van Outen.


¿Alguien puede negarle algo a esas piernas?

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...
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